Gómez Suárez de Figueroa, apodado Inca Garcilaso de la Vega |
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CAPÍTULO I: Tres españoles, hombres nobles, aspiran a la conquista del Perú.
En las cosas que hemos dicho en el libro nono de la primera parte denuestros Comentarios Reales, se ocupaba el bravo Atahuallpa, tan contento y ufano de pensar que con sus crueldades y tiranías iba asegurando su Imperio, cuán ajeno y descuidado de imaginar que mediante ellas mismas se lo habían de quitar muy presto gentes extrañas, no conocidas, que en tiempo tan próspero y favorable como él se prometía, llamaron a su puerta para derribarle de su trono y quitarle la vida y el Imperio, que fueron los españoles. Cuya historia para haberla de contar cómo pasó, será necesario volvamos algunos años atrás, para tomar de sus primeras fuentes la corriente de ella. Decimos que los españoles después que descubrieron el Nuevo Mundo, andaban tan ganosos de descubrir nuevas tierras, y otras más y más nuevas, que aunque muchos de ellos estaban ricos y prósperos, no contentos con lo que poseían, ni cansados de los trabajos, hambres, peligros, heridas, enfermedades, malos días y peores noches, que por mar y por tierra habían pasado, volvían de nuevo a nuevas conquistas y mayores afanes, para salir con mayores hazañas que eternizasen sus famosos nombres. Así acaeció en la conquista del Perú, que viviendo en Panamá Francisco Pizarro, natural de Trujillo, de la muy noble sangre que de este apellido hay en aquella ciudad; y Diego de Almagro, natural de Malagón, según Agustín de Zárate, aunque Gómara dice que de Almagro, que es más verosímil por el nombre, no se sabe de qué linaje, mas sus obras tan hazañosas y generosas dicen que fue nobilísimo, porque ése lo es que las hace tales, y por el fruto se conoce el árbol. Eran hombres ricos y famosos por las hazañas que en otras conquistas habían hecho, particularmente Francisco Pizarro, que había sido Capitán y Teniente Gobernador, año de mil quinientos doce en la ciudad de Urabá, cuando la conquistó y pobló él mismo con cargo de Teniente General, por el Gobernador Alonso de Hojeda, y fue el primer capitán español que en aquella provincia hubo, donde hizo grandes hechos y pasó muchos y muy grandes afanes, como lo dice muy breve y compendiosamente Pedro de Cieza de León, capítulo sexto, por estas palabras: “Y después de esto pasado el Gobernador Hojeda, fundó un pueblo de cristianos en la parte que llaman de Urabá, donde puso por su capitán y lugarteniente a Francisco Pizarro que después fue Gobernador y Marqués; y en esta ciudad o villa de Urabá pasó muchos trabajos este capitán Francisco Pizarro, con los indios de Urabá, y con hambres y enfermedades que para siempre quedará de el fama”, etc. Hasta aquí es de Pedro de Cieza. También se halló en el descubrimiento de la Mar del Sur, con el famoso sobre los famosos Vasco Núñez de Balboa, y en la conquista de Nombre de Dios y Panamá, se halló con el Gobernador Pedro Arias de Ávila, como lo dice Gómara al fin del capítulo ciento cuarenta y cinco de la Historia de las Indias.
Pues no contento Francisco Pizarro ni Diego de Almagro de los trabajos pasados, se ofrecieron a otros mayores, para lo cual, movidos de la fama simple que entonces había del Perú, hicieron compañía y hermandad entre si estos dos ilustres y famosos varones, y con ellos Hernando de Luque, maestrescuela de Panamá, señor de la Taboga. Juraron todos tres en público, y otorgaron escritura de obligación de no deshacer la compañía por gastos ni desgracias que en la empresa que pretendían de la conquista del Perú le sucediesen y que partirían hermanablemente cualquiera ganancia que hubiese. Concertaron que Hernando de Luque se quedase en Panamá a beneficiar las haciendas de todos tres, y que Francisco Pizarro tomase la empresa de ir al descubrimiento y conquista de la tierra que hallase, y que Diego de Almagro fuese y viniese del uno al otro con gente, armas y caballos y bastimento para socorrer los compañeros que anduviesen en la conquista. Llamaron al maestrescuela Hernando de Luque, Hernando el Loco, por decírselo a todos tres; porque siendo hombres ricos, y habiendo pasado muchos y grandes trabajos, y siendo ya hombres de mucha edad, que cualquiera de ellos pasaba de los cincuenta años, se ofreciesen de nuevo a otros mayores afanes y tan ciegas, que ni sabían a dónde, ni a qué tierra iban, ni si era rica, ni pobre, ni los que era menester para ganarla. Más la buena dicha de los que hoy la gozan les llamaba y aún forzaba, a que emprendiesen lo que no sabían. Pero lo principal era que Dios había misericordia de aquellos gentiles, y quería por este camino enviarles su Evangelio, como lo veremos en muchos milagros que en favor de ellos hizo en la conquista.
Inca Garcilaso de la Vega
La Conquista del Perú
(Segunda parte de
Historia general del Perú)
La Conquista del Perú
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Historia general del Perú)
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