-
TEXTOS ESCOGIDOS:
Teoría de la felcidad -El espectador, I- (1916-1934)
Yo soy yo y mi circunstancia (1914)
La unificación peninsular -de España invertebrada- (1921)
La novela, un género moroso (1925)
Teoría de Andalucía. El ideal vegetativo (1927)
El error Berenguer (1930)
Variaciones sobre la circum-stantia (1964)
ESTUDIOS Y ENLACES:
Encuentros con Ortega y Gasset (Martín Heidegger)
Todo Ortega (Javier San Martín)
Biblioteca Virtual de José Ortega y Gasset
Proyecto Filosofía Español
Wikipedia
Wikisource
(El Espectador, La rebelión de las masas, España invertebrada y El tema de nuestro tiempo todas estas obras completas y más pueden descargarse pinchando aquí)
CONFERENCIAS SOBRE ORTEGA EN LA FUNDACIÓN JUAN MARCH (con posibilidad de descarga en mp3):
La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset, en su cincuentenario (Paulino Garagorri)
José Ortega y Gasset: moderno, antimoderno, actual (Thomas Mermall)
Ortega y el paisaje (Juan Pablo Fusi)
Entre 1905 y hasta 1907 estudia en Alemania: Leipzig, Nuremberg, Colonia, Berlín y, sobre todo, en Marburgo, en donde tomó contacto con las «musas alemanas» (el neokantismo de Herman Cohen y de Paul Natorp, entre otros) que tanto impresionaron a Ortega (ávido lector de Nietzsche en su juventud), hasta el punto de que llegó a estar toda su vida obsesionado por la grandeza de la filosofía, la ciencia y la técnica alemanas (su hijo Miguel Germán recibió este nombre en recuerdo de su estancia en Alemania a la que consideraba su «segunda patria»).
La unificación peninsular -de España invertebrada- (1921)
La novela, un género moroso (1925)
Teoría de Andalucía. El ideal vegetativo (1927)
El error Berenguer (1930)
Variaciones sobre la circum-stantia (1964)
ESTUDIOS Y ENLACES:
Encuentros con Ortega y Gasset (Martín Heidegger)
Todo Ortega (Javier San Martín)
Biblioteca Virtual de José Ortega y Gasset
Proyecto Filosofía Español
Wikipedia
Wikisource
(El Espectador, La rebelión de las masas, España invertebrada y El tema de nuestro tiempo todas estas obras completas y más pueden descargarse pinchando aquí)
CONFERENCIAS SOBRE ORTEGA EN LA FUNDACIÓN JUAN MARCH (con posibilidad de descarga en mp3):
La rebelión de las masas de José Ortega y Gasset, en su cincuentenario (Paulino Garagorri)
José Ortega y Gasset: moderno, antimoderno, actual (Thomas Mermall)
Ortega y el paisaje (Juan Pablo Fusi)
Uno
de los filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX que más influencia
han ejercido en España y fuera de ella. Con un estilo literario, lleno de
metáforas y frases ingeniosas, pretendió hacer filosofía en un lenguaje próximo
al del Quijote, lo que le permitió llegar al público en general (a un «público
culto», suele decirse). Nació en Madrid en 1883 en el seno de una familia
acomodada de la alta burguesía madrileña vinculada al periodismo y a la
política (un burgués, no obstante, con afanes y tendencias aristocráticas, como
puede comprobarse a lo largo de su vida y obra). Su padre, José Ortega Munilla,
fue director de El Imparcial, periódico fundado por su abuelo materno, Eduardo
Gasset y Artime, y en el que Ortega colaboró intensamente. Su vida está
profundamente ligada al periodismo, a la política, a las actividades
editoriales, y ocupó un lugar muy destacado en la vida intelectual española
durante la primera mitad del siglo XX. Estudió en el Colegio Jesuita de San
Estanislao en Miraflores del Palo (Málaga); inició sus estudios superiores en
la jesuita Universidad de Deusto (Bilbao), y los continuó en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad Central (Madrid), donde se licenció en
1902.
Doctor
en Filosofía en 1904 por la Universidad de Madrid, con la tesis Los terrores
del año mil. Crítica de una leyenda (58 págs.)
Entre 1905 y hasta 1907 estudia en Alemania: Leipzig, Nuremberg, Colonia, Berlín y, sobre todo, en Marburgo, en donde tomó contacto con las «musas alemanas» (el neokantismo de Herman Cohen y de Paul Natorp, entre otros) que tanto impresionaron a Ortega (ávido lector de Nietzsche en su juventud), hasta el punto de que llegó a estar toda su vida obsesionado por la grandeza de la filosofía, la ciencia y la técnica alemanas (su hijo Miguel Germán recibió este nombre en recuerdo de su estancia en Alemania a la que consideraba su «segunda patria»).
Defendió
un europeísmo (que Unamuno llegó a considerar propio de «papanatas») de corte
germanizante que le condujo a dudar de la existencia de una filosofía española
e incluso a considerarse la encarnación de esa filosofía, así como a postularse
como iniciador de la «verdadera filosofía» (la Biognosis), concebida como
«Crítica de la Razón histórica» y entendida como «ciencia de lo humano»
(«ciencia de la vida» en sentido estricto), en tanto que distinta e
irreductible a la razón física y de la razón abstracta. Ortega, en efecto,
estaba convencido de que la «raza», la «sustancia» españolas estaban enfermas y
proponía –envuelto como estaba por el «mito de la cultura»– como «medicina» la
ingestión de grandes dosis de «cultura» (alemana, desde luego). En 1909 es
nombrado profesor numerario de Psicología, Lógica y Ética de la Escuela
Superior del Magisterio de Madrid (ver Gaceta de Madrid de 4 de agosto) y en
octubre de 1910 gana por oposición la Cátedra de Metafísica de la Universidad
Central, vacante tras el fallecimiento de Nicolás Salmerón. El tribunal estaba
presidido por Eduardo Sanz Escartín, y formado por Francisco Fernández y González,
José de Castro y Castro, Luis Simarro, Adolfo Bonilla y San Martín, José Caso y
Blanco y el presbítero Alberto Gómez Izquierdo, el único voto en contra de la
propuesta. Ese año también contrae matrimonio con Rosa Spottorno y Topete.
El
23 de Marzo de 1914 pronuncia un discurso en el Teatro de la Comedia de Madrid
titulado «Vieja y Nueva política» que se considera el acto fundacional de la
Liga de Educación Política Española. En él, tomando como principios el
liberalismo y la nacionalización, se postulaba como la vanguardia de la «España
vital» frente a la «España oficial». En 1917 se ve obligado a interrumpir su
colaboración con El Imparcial, pero rápidamente se incorpora a la nómina de
colaboradores El Sol, diario fundado por el empresario vasco Nicolás de Urgoiti
pero inspirado por Ortega. En este diario se publicaron los «folletones» que
anticiparon dos de sus obras más importantes: España invertebrada y La rebelión
de las masas. El propio Urgoiti funda, en 1920, la Editorial Calpe (que se
unirá más tarde con Espasa) una de cuyas colecciones será dirigida por Ortega:
la «Biblioteca de Ideas del Siglo XX». La empresa editorial más importante de
Ortega será, no obstante, la Revista de Occidente, fundada en 1923. Desde ella,
asimismo, promovió la traducción de las más importantes tendencias filosóficas
y científicas de la época: Spengler, Huizinga, Husserl, Simmel, Uexküll,
Heimoseth, Brentano, Driesch, Müller, Pfänder, Russell, &c., son algunos de
los autores más representativos. Como actividad complementaria de la revista,
destaca la tertulia diaria, presidida por el propio Ortega, a la que asistían
colaboradores, amigos y estudiantes. Dirigió la revista hasta 1936 y en 1962 su
publicación fue reemprendida por su hijo José Ortega Spottorno, y más adelante fue
dirigida por su hija Soledad Ortega Spottorno.
Entre
1931 y 1932 fue diputado de las Cortes Constituyentes de la Segunda República
en calidad de representante de la Agrupación al Servicio de la República,
fundada en febrero de 1931 por Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y él
mismo. Al agitado período de la vida política española comprendido entre 1923 y
1936 pertenecen algunos de sus más famosos escritos políticos, entre ellos: La
redención de las provincias y la decencia nacional (recopilación de artículos
publicados entre 1927 y 1930), Rectificación de la República (que reúne
artículos periodísticos, discursos parlamentarios y la conferencia dada en el
Cinema de la Opera de Madrid el 6 de diciembre de1931 titulada «Rectificación
de la República») y los discursos sobre El Estatuto de Cataluña (publicados por
la Revista de Occidente en 1932 dentro del libro titulado La reforma agraria y
el Estatuto catalán). Desencantado de su actividad parlamentaria, abandona su
participación activa en la República, aunque nunca renunció del todo a la
posibilidad de ejercer su influencia en asuntos de Estado, ahora ya en plena
guerra civil y durante los primeros años del franquismo, como ha demostrado
Gregorio Morán. En 1936 se va de España iniciando un periplo (París, Holanda,
Argentina, Portugal) que no terminará hasta su muerte, aunque, a partir de
1945, pasará temporadas en España. En 1948 funda, junto a su discípulo Julián
Marías, el Instituto de Humanidades, pronuncia varias conferencias en EEUU,
Alemania y Suiza, y el 18 de octubre de 1955 fallece en su domicilio madrileño,
Monte Esquinza 28.
Ortega
ha ejercido una notable influencia no sólo en España e Hispanoamérica, sino
también en otros países, por ejemplo, en Alemania. Entre los hispanos más o
menos influidos directamente por él destacan: Manuel García Morente
(1886-1942), Joaquín Xirau (1895-1946), Xaxier Zubiri (1898-1983), José Gaos
(1900-1969), Luis Recaséns Siches (1903-1977), Manuel Granell (1906-1993),
Francisco Ayala (1906), María Zambrano (1907-1991), Pedro Laín Entralgo
(1908-2001); José Luis López-Aranguren (1909-1996), Julián Marías (1914-2005),
Paulino Garagorri (1916).
Las
líneas maestras de la filosofía orteguiana pueden trazarse a partir de la
crítica de una serie de Ideas o pares de Ideas que giran todas ellas en torno a
la oposición Realismo/Idealismo en sus diferentes variantes y en un intento por
superar su mutua reducción –practicada, según Ortega, en la Antigüedad («que
ponía como realidad radical la cosa corporal») y en la Edad Moderna («que
afirma como realidad radical el pensamiento, la conciencia»– mediante su
yuxtaposición (las Cosas y Yo; Circunstancia y Yo) o mediante su fusión en una
única idea: la Idea de Vida. La vida (la vida por antonomasia, es decir, la
realidad radical) concebida como principio ontológico fundamental, implica, por
un lado, la negación de la independencia absoluta del mundo respecto del
pensamiento (y viceversa) y, por otro lado, la afirmación de su conjugación:
«lo que hay pura y primariamente es la coexistencia del hombre y el mundo...;
lo que hay es el mutuo existir del hombre y el mundo... mutuo serse.» La
realidad radical es, en consecuencia, la suma de la existencia humana
individual (biográfica) y la circunstancia (que es un espacio antropológico bidimensional
constituido por los ejes circular y radial), concebida como el ámbito de los
problemas a los que tiene que enfrentarse el Yo (que no se identifica ni con el
cuerpo ni con el alma ni con su composición). Por ejemplo: La esencia de la
Tierra –dice Ortega– no nos viene dada ni a través de la Astronomía
(tierra-astro), ni de la mitología (diosa-madre), sino sencillamente consiste
en una serie de dificultades y facilidades para los individuos: es lo que nos
sostiene porque hacemos pie en ella, es aquello que a veces tiembla y nos
aterra, aquello que nos aparta de nuestros seres queridos, lo que nos permite
huir, &c.
Los
primeros escritos orteguianos, digamos hasta 1913, están profundamente marcados
por el par de conceptos Subjetivismo/Objetismo. El objetivismo (el
racionalismo) caracterizaría a esta primera fase o etapa de su pensamiento que
se articula en torno a dos grandes Ideas: las Ideas de Ciencia y de Cultura.
Una etapa que Ortega quiso dar por terminada en 1916 con la publicación de
Personas, Obras, Cosas (volumen que recoge muchos de los artículos y escritos
de juventud hasta 1912) y en cuyo prólogo puede leerse: «Para mover guerra al
subjetivismo negaba al sujeto, a lo personal, a lo individual todos sus
derechos. Hoy me parecería más ajustado a la verdad... dotar a lo subjetivo de
un puesto y una tarea en la colmena universal.» Un puesto que ya empezó a
ocupar en su primer gran libro: Meditaciones del Quijote (1914). El objetivismo
inicial, por tanto, se matiza y corrige a partir de esta fecha con el par de
conceptos Yo-Circunstancia y, sobre todo, con el concepto de «perspectivismo»,
introducido a partir de 1913 y formulado explícitamente en el ilustrativo
título de una de sus publicaciones más emblemáticas: El Espectador.
(Perspectivismo no muy alejado de algunas categorías tomadas de la biología, en
particular las desarrolladas por el biólogo Jacob von Uexkül, como puede
apreciarse en muchas de sus formulaciones: «Cada individuo –persona, pueblo,
época– es un órgano insustituible para la conquista de la verdad».) El par de
conceptos Yo-Circunstancia se convierten en El tema de nuestro tiempo (1923) en
los de Relativismo(Vida)/Racionalismo o en los de Cultura (vida
espiritual)/Vida (vida biológica, vida espontánea), cuya oposición pretende soslayarse
introduciendo la consabida yuxtaposición de conceptos con la que define su
propia filosofía: el racio-vitalismo. Racio-vitalismo con perspectivismo al
fondo, podríamos decir: «ni el absolutismo racionalista –que salva la razón y
nulifica la vida– ni el relativismo, que salva la vida evaporando la razón».
«No hay cultura sin vida, no hay espiritualidad sin vitalidad». Sin embargo,
esta yuxtaposición acabará siendo reabsorbida en la «vida biológica», cuando
ésta adquiere el valor de vida por antonomasia («las actividades espirituales
–advierte Ortega– son también primariamente vida espontánea. El concepto puro
de la ciencia nace como una emanación espontánea del sujeto, lo mismo que la
lágrima»). Y en eso precisamente consiste el Tema de nuestro tiempo: «en
someter la razón a la vitalidad, localizarla dentro de lo biológico,
supeditarla a lo espontáneo». «La razón pura tiene que ceder su imperio a la
razón vital». Pero hay un momento en el que Vida y Cultura aparecen plenamente
integrados (fusionados), a saber: el momento de la creación de nuevos valores
culturales; el momento de la cultura germinal (que es momento de los genios que
marcan el inicio las nuevas épocas) frente a la cultura ya hecha
(desvitalizada, esto es, anquilosada, hieratizada). En este momento (el del
cambio de valores) es cuando la vida espontánea recupera su valor preeminente:
«Contra cultura, lealtad, espontaneidad, vitalidad» (fase contracultural en la
concepción orteguiana de la cultura que no supone una vuelta al primitivismo).
En
resolución: La doctrina de la razón vital es la propuesta orteguiana para
superar la oposición racionalismo/vitalismo, en un doble sentido: en primer
lugar, vitalizando a la razón, es decir, insertándola en el contexto de la
existencia humana, haciendo de la racionalidad una respuesta a las necesidades
vitales previas; en segundo lugar, renegando del sustancialismo de la res
cogitans. Así proclamó Ortega su «cartesianismo de la vida» utilizando una
fórmula («pienso porque existo») que Unamuno ya había hecho suya en Del
sentimiento trágico de la vida, aunque éste prefiera, no obstante, esta otra:
«Siento, luego soy». Como consecuencia inmediata, Ortega arroja por la ventana
de la vida toda la Ontología tradicional: Las Ideas de sustancia, esencia,
existencia, ser, cuerpo, alma, materia, forma, &c., resultan insuficientes,
y proclama como fundamento de la verdadera filosofía –la filosofía llamada, por
tanto, a inaugurar una nueva época– un principio dinámico: la vida entendida
como acontecer, como aquello que nos pasa («la vida no tiene un ser fijo y dado
de una vez para siempre, sino que está pasando y aconteciendo»). Y esto tanto
vale para la vida biográfica (la vida como empresa, como quehacer, la vida, en
suma, como actividad proléptica), como para la vida cultural (crisis y cambio
de las épocas). Su doctrina adquiere, de este modo, una coloración historicista
presidida por la teoría de las generaciones, que desarrolla en En torno a
Galileo (1933) sentando las bases de la razón histórica, cuyos principios
fundamentales se exponen en Historia como sistema (1935).
La
razón histórica –término puesto en circulación por Dilthey y que Windelband y
Rickert recogen, respectivamente, en Historia y Ciencia natural (1894) y
Ciencia cultural y Ciencia natural (1899)– es la razón vital puesta en
movimiento, es decir, es la alternativa metodológica ofrecida por Ortega para
el análisis de la vida tanto biográfica como histórica (análisis del cambio de
categorías culturales, lo que Ortega llama las creencias, en las grandes
épocas: Antigüedad, Edad Media, Renacimiento, Edad Moderna). Esta concepción
puede considerarse el resultado de la operación de integración de su
perspectivismo vital (antropológico, cultural) al ámbito de la realidad
histórica, a través de la definición del ser del hombre (de su sustancia) como
ser histórico; el ser del hombre es innumerable y multiforme: en cada tiempo,
en cada lugar, es otro. ¿Y cuál es el ser principal de la existencia humana
–entiéndase de un hombre, de un pueblo o de una época? El sistema de creencias
en el que vive. La metodología propuesta por Ortega consiste en desentrañar el
sistema de convicciones de una determinada época tratando de averiguar, en
primer término, la creencia fundamental, de la que se derivarían todas las demás.
¿Pero cómo se averigua el sistema de creencias de una época? Utilizando el
método comparativo, esto es, comparando unas épocas con otras.
En
este contexto, Ortega proclamará el inicio de un nuevo tiempo, la «aurora de la
razón histórica», firmemente convencido de que la cultura moderna (cartesiana)
había llegado a su fin: «El hombre, no tiene naturaleza, lo que tiene es
historia; porque historia es el modo de ser de un ente que es
constitutivamente, radicalmente, movilidad y cambio. Y por eso no es la razón
pura, eleática y naturalista, quien podrá jamás entender al hombre. Por eso,
hasta ahora, el hombre ha sido un desconocido... ¡Ha empezado la hora de las
ciencias históricas! La razón pura tiene que ser sustituida por la razón
narrativa... Y esa razón narrativa es la razón histórica».
Pero,
¿cuál es el síntoma en el que funda esta proclamación? El siguiente: la crisis
de los fundamentos de las ciencias ejemplares (la crisis de la razón teórica),
a saber, la física, la lógica y las matemáticas y la crisis de los fundamentos
de las ciencias prácticas (la razón práctica: moral, derecho, política,
costumbres...). En suma: la crisis de la fe propia de la Edad Moderna; la
crisis de la razón pura y de sus temas fundamentales: Verdad, Conocimiento y
Ser. Y ahora preguntamos nosotros: ¿Qué queda de este anuncio, al margen del
propio anuncio?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.