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...¿ Quién inventó esta
palabra de agradable ritmo, que quizá existe desde hace 1 200 años?...
California es una
palabra agradable al oído, casi musical y fácil de pronunciar, con
características muy particulares si se le compara con los nombres de los estados
mexicanos, pues además de ser junto con otras dos la palabra más larga en ese
conjunto, es la que tiene el mayor número de letras distintas, se trata de uno
de los vocablos más antiguos entre los nombres de las entidades nacionales; y
su significado está rodeado de interesantes leyendas.
El origen de la palabra se pierde en el tiempo, cuando aparece en la Canción de Rolando o Hruodland1, novela épica con escenario en la Bretaña francesa del siglo VIII, que se refiere a la derrota sufrida por la retaguardia del ejército de Carlomagno a manos de los vascos en los desfiladeros de los Montes Pirineos. En una parte del poema se menciona un lugar llamado “Califerne”2, aunque sin otorgarle mucha importancia, lo cierto es que el hallazgo de la palabra fue hecho por Edward Everett Hale en 1862 en la obra mencionada3. Una de las primeras copias se escribió a fines del siglo XII, y es probable que haya sido leída por Cristóbal Colón, quien anotó en el diario de su primer viaje:
...Dijéronle
los indios que por aquella tierra hallaría la isla de Matinino, que dizque era
poblada de mujeres sin hombres... y que cierto tiempo del año venían los
hombres a ellas de la dicha isla del Caribe, que dizque estaba a diez o doce leguas,
y si parían niños enviábanlos a la isla de los hombres y si niñas dejábanlas
consigo...
En 1510 se publicó en
España la novela de caballerías “Las Sergas de Esplandián”,4 cuyo probable autor, Garci Rodríguez de Montalvo,5 la integró como quinto
libro a la obra Amadís de Gaula. En la primera parte del Amadís se menciona a Calafia6, reina de las amazonas,
que vivía en la isla California, muy rica en oro. Estas novelas de aventuras
heroicas, con cinco ediciones de 1510 a 1561, alcanzaron gran popularidad en la
sociedad de la época7, y
en su texto eran comunes las acciones de monstruos, gigantes y héroes perfectos.
En una parte de la novela dice: ...Sabed que a la diestra mano de las Indias
muy cerca de aquella parte del Paraíso Terrenal hubo una isla llamada California....la
cual fue poblada de mujeres negras, sin que ningún hombre entre ellas hubiese,
que casi como las amazonas era su manera de vivir....la ínsula en sí, la más
fuerte de rocas y bravas peñas que en el mundo se hallaba, sus armas eran todas
de oro....que en toda la isla no había otro metal alguno.... y algunas veces
que tenían paces con sus contrarios.... había ayuntamientos carnales, de donde
se seguía quedar muchas dellas preñadas, si parían hembra, guardábanla, y si
parían varón luego era muerto.....Es innegable que la tierra o islas
descritas en La Canción de Rolando, en el diario de Cristóbal Colón, y en las
Sergas de Esplandián tienen las mismas características, y por lo tanto se trata
de la misma fantasía.
En 1523, Francisco Cortés de San Buenaventura, por órdenes de su primo Hernán Cortés, salió en busca de la Mar del Sur, nombre que se daba entonces al Océano Pacífico; a su regreso, después de haber estado en las costas de Colima, rindió el correspondiente informe al conquistador, quien, en la Cuarta Carta de Relación fechada el 15 de octubre de 1524 dijo al emperador Carlos V:
....los
señores de la provincia de Cihuatán se afirman mucho de haber una isla toda
poblada de mujeres sin varón alguno, y que en ciertos tiempos van de la tierra
firme hombres con los cuales han acceso, y las que quedan preñadas, si paren
mujeres las guardan, y si hombres, los echan de su compañía; y que esta isla
está a diez jornadas de esta provincia y que muchos de ellos han ido allá y la
han visto. Dícenme que es muy rica de perlas y oro; yo trabajaré, en teniendo
aparejo, de saber la verdad y hacer de ello larga relación a Vuestra Majestad.8.
Es posible que Cortés y su primo hayan leído Las Sergas de Esplandián o La Canción de Rolando, dada la completa coincidencia en la descripción de la isla, pero además, pudieron haber escuchado de los indios de la costa, narraciones sobre una isla en la que había perlas y oro en abundancia; después de todo, ya los naturales del país habían aprendido que, la forma más rápida de deshacerse de los españoles, era decirles que más adelante había tierras con grandes riquezas; en este caso, casi es seguro que los indios de Colima recibieron, en alguna época, la visita accidental de algunos californios, o inversamente, como lo informa Cortés a Carlos V, y así fue cómo supieron de las perlas que usaban de adorno los aborígenes californios.
Agregado a lo anterior, los expedicionarios encabezados por Francisco Cortés quizá escucharon el mito religioso de los aztecas, en el que se habla de un lugar rumbo al poniente, hacia donde el Sol se esconde, habitado por las almas de mujeres transformadas en diosas por haber muerto en su primer parto9. Combinados la fantasía novelesca medieval, los mitos indígenas, la ambición y los deseos de impresionar favorablemente al emperador, forjaron en la mente de Cortés y demás aventureros que se adentraron por el Mar del Sur, la imagen de una isla rica en perlas y oro que deberían conquistar, la cual, con el paso del tiempo, sería llamada California. Sin embargo, Cortés nunca le dio ese nombre a la península10, pues al desembarcar en La Paz el tres de mayo de 1535, bautizó el lugar como Bahía de la Santa Cruz. Lo que sí es probable es que, al regreso de los viajes que se hicieron desde 1533 a la península, los marineros hayan empezado a emplear la palabra California para nombrar las cosas y tierras cuya exploración se iniciaba11; quizá en forma de burla o ironía, pues la desnudez de sus montañas, la aridez general de la tierra casi siempre desértica, y la ausencia ya no se diga de ciudades sino de modestas aldeas, contrastaban con la supuesta abundancia de oro en la fabulosa isla12, lo cierto es que para 1540, la palabra ya era de uso común.
La Califerne de
La Canción de Rolando, es, pues, la primera expresión escrita del antiguo
vocablo, aunque su origen se pierde en el pasado, ya que se ignora de dónde sacó
la misteriosa palabra el autor anónimo del poema.
Antonio Ponce Aguilar
De la cueva pintada a la modernidad:
Historia de Baja California, 2004,
De la cueva pintada a la modernidad:
Historia de Baja California, 2004,
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Ver obra completa
en Biblioteca Loyola
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Sueños de maravilla. Los conquistadores españoles
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Toponimia California
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1 Enciclopedia
Británica, 1961, tomo 19, p. 389-a.
2 Abderramán I gobernaba
en la Península Ibérica cuando Carlomagno invadió la región allá por el S.
VIII, y al no recibir ayuda de Al-Arabí, señor de Zaragoza, quien antes le
había prometido su apoyo, inició el regreso a Francia, pero la retaguardia de
su ejército fue atacada y derrotada por los vascos en el desfiladero de
Roncesvalles, en donde murió Rolando al cubrir la retirada del emperador. En la
estrofa CCIX de la Canción de Rolando, Carlomagno dice, ante el cadáver de
Rolando: -Rolando, mi amigo, joven y apuesto, -Cuando de nuevo en Aix me
encuentre, en mi capilla, - Vendrán a mí los hombres, y me preguntarán por las
novedades, -Entonces les diré, maravillosas y crueles -¡Muerto, muerto está mi
sobrino!, que tanto conquistó para mí, -Y las naciones se levantarán contra mí,
los de la tierra sajona, - Húngaros y búlgaros [Hungar y Bulgar], y
tantos enemigos, - y Romanos y Apulinos, y los de Palerne, -Y las tribus de África,
y los de Califerne; -Y así, todos los días mis penas y sufrimientos arderán
como fuego que se extiende...Tal parece, pues, que el anónimo autor de La
Canción de Rolando situó Califerne cerca del norte de África, aunque no es muy explícito
al respecto, y queda claro que no se sabe quién inventó la palabra California.
Algunos estudiosos del tema relacionan la palabra con Khilifath, que
significa “dominio del Califa”.
3 Edward Everett Hale
fue un clérigo y escritor norteamericano nativo de Boston, Mass., graduado en
Harvard en 1839, y que se adquirió celebridad por uno de sus libros, El Hombre
sin Patria. Muchos años después del descubrimiento de Hale, todavía aparecía en
algunos libros de historia la hoy inaceptable proposición de Clavijero de que
había sido Cortés quien bautizó a la Baja California, al sentir mucho calor
cuando desembarcó en la península, lugar al que llamó Callida Fornax. Clavijero, op. cit., p. 10.
4 Literatura Española.
Fermín Estrella Gutiérrez, Edit. Kapeluz, Buenos Aires 1965, p. 199.
5 En realidad, se ignora
quien escribió originalmente el Amadís, sólo se sabe que su “corregidor o
enmendador” fue Garci Rodríguez de Montalvo según la edición de Zaragoza de
1508, Garci Ordóñez de Montalvo según la de Roma de 1519, o Garci Gutiérrez de
Montalvo según la edición de las Sergas de Esplandián de Roma en 1525.
6 En los primeros
capítulos de la famosa novela se relata cómo Armato, rey de Persia, llamó a
todos los príncipes paganos para que le ayudaran a tomar Constantinopla, que
estaba en manos de los cristianos. Entre la multitud de guerreros que acudieron
al llamado del rey persa, iba la tribu de las amazonas con su reina Calafia y
sus grifos devoradores de hombres.
Dice la novela que, en
un momento dado de la guerra, Calafia, señora de la gran Isla de California,
célebre por su gran abundancia de oro y joyas, decide enfrentarse a Amadís
y Esplandián en combate personal, pero la reina sucumbe a la habilidad de
Amadís y la gallardía de Esplandián, y cae cautiva de los dos héroes
cristianos. Aunque enamorada en principio de Esplandián, éste le designa un
esposo que acepta la ya cristianizada reina. Al perder a tan poderosas aliadas,
el rey persa no puede apoderarse de Constantinopla, que es salvada así para los
cristianos. Fueron muchos los escritores, sobre todo novelistas y exploradores,
que mencionaron a Calafia y sus amazonas, pero nunca se ubicó de manera precisa
su isla o país, Colón reportó que vivían en ciertas islas del Caribe, y
Orellana trató de convencer al mundo de la época que no sólo las había visto,
sino que había librado combate contra ellas, de allí que aunque él fue el
primer europeo en navegar el gran río sudamericano, a éste se le nombro
Amazonas en lugar de Orellana.
7 Las Sergas de
Esplandián fue editada por Cromberger en Sevilla, y fue de este puerto de donde
salieron casi todos los conquistadores españoles que se dirigían a América, lo
que hace pensar que seguramente la novela fue leída por muchos de aquellos
hombres.
8 León-Portilla,
op.cit., p. 23.
9 Las almas de estas
mujeres o cihualpipiltin se iban a morar en el Paraíso del Sol , cuya
región occidental era llamada Cihuatlampa. Para la mentalidad todavía medieval
de Cortés y otros exploradores de ese tiempo, no es difícil que hayan integrado
una imagen en la cual coincidían los elementos de la California descrita en las
novelas mencionadas: isla, ubicación al occidente, mujeres, pariciones y
riquezas, representadas éstas por las perlas que llegaron a mencionar los indígenas
de la costa occidental.
10 El nombre de
California fue puesto en el principio a un solo puerto; pero después se fue
haciendo extensivo a toda la península, y aun algunos geógrafos se han tomado
la libertad de comprender bajo esta denominación el Nuevo México, el país de los
apaches y otras regiones... La etimología de este nombre no se sabe, pero se
cree que el conquistador Cortés, que se preciaba de latino, llamaría al puerto
donde abordó “Callida fornax”, a causa del mucho calor que allí sintió, y que
él mismo u otro de los que lo acompañaban, formaría con aquellas voces el
nombre de California: si esta conjetura no es verdadera es al menos verosímil. Clavijero,
op.cit., pp. 9-10.
11 Es probable, como lo
piensa Clavijero, que el nombre California se haya dado en un principio a algún
lugar de la costa y no a toda la península, la cual era considerada en aquel
tiempo como isla, pues Francisco de Gómara, cronista del viaje que hizo Ulloa
en 1539, mencionó a California como el punto más meridional que tocó en
el viaje a su regreso del Ancón de San Andrés.
12 Don Pablo L. Martínez
señaló en su Historia de Baja California: Creemos pues, que la causa de
haberse designado como se designa nuestra tierra, no fue otra que la similitud
encontrada por los conquistadores entre las leyendas de Cihuatlán y la ficción
del autor de “las Sergas”, pero también creemos que este mote, si así puede
llamarse, brotó de la tropa y tuvo inicialmente un sentido chocarrero. La
tierra había prometido muchos goces y riquezas, y sólo dio sinsabores, hambre y
muerte. La hipótesis señalada por Martínez fue compartida por Ruth Putman
en 1918.
Por si alguien dudaba que las "historias"/literatura no mueven el mundo.
ResponderEliminarMuy interesante su enlace a la Biblioteca Digital Moratín