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OLIGARQUÍA Y CACIQUISMO (Joaquín Costa)

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El gobierno por los peores: exclusión de la«élite» o aristocracia natural



Hasta aquí los dos componentes fundamentales del régimen oligárquico, extraños a la nación y contrapuestos a ella: los prohombres, oligarcas de primer grado; y los que en la jerarquía feudal ocupan grados inferiores, bien que no menos fundamentales y sustantivos, y a que solemos apellidar más determinadamente caciques, de mayor y de menor cuantía, locales, cantonales, provinciales y regionales.

La nota común que caracteriza a ambos grupos no puede ser más alarmante y desconsoladora para quienes todavía sueñan con una reintegración de España a la historia de la humanidad. Un ilustre filósofo y sociólogo francés, Alfredo Fouillée, en su reciente estudio sobre «El pueblo español», atribuye nuestra decadencia desde el siglo XVI, en primer término, a aquella sangría suelta copiosísima representada por el exceso de conventos, la conquista de América y el Santo Oficio, que alejaron de la Península, o eliminaron de la vida, o confinaron y apartaron de los combates por la existencia, a los mejores, a los entendimientos más reflexivos, independientes y robustos, las voluntades más enérgicas y mejor dotadas de idealidad y de iniciativa, las conciencias más inflexibles y de más alta moralidad, los elementos más generosos y nobles de la raza, toda esa «aristocracia natural» que podría hereditariamente haber formado legión, clase, y ser levadura de progreso en el orden de la industria y del comercio, como en el de la ciencia y de la política. Pues en eso estamos aún y eso representa la forma actual de gobierno de nuestro país, considerado en sus componentes personales: es la postergación sistemática, equivalente a eliminación, de los elementos superiores de la sociedad, tan completa y absoluta, que el país ni siquiera sabe si existen; es el gobierno y dirección de los mejores por los peores; violación torpe de la ley natural, que mantiene lejos de la cabeza, fuera de todo estado mayor, confundida y diluida en la masa del servum pecus, la élite intelectual y moral del país, sin la que los grupos humanos no progresan, sino que se estancan, cuando no retroceden. ¿Os figuráis un mundo que fuese de suyo luminoso y sobre el cual un sol negro proyectara crespones de sombra, rayos de oscuridad? Pues no es otro nuestro caso: las cimas de la sociedad española están sumergidas en la tiniebla y no se ven, mientras los bajos suelos están en plena luz. Los antiguos decían en un expresivo refrán:

«Báxanse los adarves, álzanse los muladares.»

Este fenómeno de selección invertida lo habían señalado ya en nuestras costumbres Salinas, Macías Picavea, Alfredo Calderón, Nogales y otros; Alzola lo ha puesto de bulto, mostrándolo en uno de los casos más característicos de exclusión consciente, reflexiva y sistemática de los aptos por los incapaces que se ofrecen en nuestra legislación; y lo han confesado indirectamente representantes de las clases directoras tan autorizados como Pidal y Silvela.


No me preguntéis, después de esto, por qué nos estancamos primero y retrocedimos y caímos después: por qué, siguiendo así, no nos levantaremos jamás, estando pendientes de que nos someta y levante el extranjero.






Joaquín Costa
Oligarquía y caciquismo
como la forma actual de gobierno
en España: urgencia y modo de cambiarla.





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