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ESPAÑOLES, ¡A EUROPEIZARSE! (Joaquín Costa)

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Capítulo V
Agricultores, ¡a europeizarse!
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La Agricultura es el arte de convertir las piedras en pan, por el intermedio de organismos vivos: éste ha sido el gran descubrimiento del siglo XIX, y de ahí el vuelo inmenso que ha cobrado en Europa el comercio de abonos minerales, duplicando la producción agrícola. En Europa, digo; no en España, porque la Agricultura española es todavía Agricultura del siglo XV: Agricultura del sistema de año y vez, por falta de abonos minerales; de la rogativa, por falta de riego artificial; del transporte a lomo, por falta de caminos vecinales; Agricultura del arado romano, del gañán analfabeto, del dinero al 12 por 100, de la bárbara contribución de Consumos, de la mezquina cosecha de cinco o seis simientes por cada una enterrada, del cosechero hambriento, inmueble, rutinario, siervo de la hipoteca y del cacique...
Ahora bien; con una Agricultura así, del siglo XV si pudo costearse un Estado barato, como eran los del siglo XV, en manera alguna se puede sostener un Estado caro, como son los de nuestro tiempo, así en armamentos terrestres, como en buques de guerra y movilización de ejércitos, en diplomacia, colonias, obras públicas, tribunales, investigación científica, exploraciones geográficas, instrucción primaria, enseñanza técnica y profesional, fomento del arte y de la producción, beneficencia y reformas sociales... Urge, pues, que se europeíce, que se haga Agricultura de su tiempo, dando un salto gigantesco de cuatro siglos, hasta duplicar y triplicar su producción actual por unidad de área o por unidad de trabajo; y para ello, que el Estado ayude, resolviendo sumarísimamente, entre otros, el problema de la primera enseñanza y de las escuelas prácticas de cultivo, el problema de los caminos vecinales, el problema del crédito agrícola y territorial, el problema del aumento de riegos y de los pastos de regadío y de secano, el problema de las economías en los gastos públicos improductivos, el problema de la justicia y de la autonomía local, el problema del servicio militar obligatorio...
El arte de convertir las substancias minerales en substancia orgánica sin el intermedio del vegetal ni del animal; el arte de convertir las piedras en pan por procedimientos puramente químicos: éste ha de ser el gran descubrimiento del siglo XX, anunciado ya por Berthelot. La química sintética, la química creadora, se hará industria y matará a la Agricultura. Ya a la hora de ahora lleva sintetizadas las grasas, los azúcares, diversos aceites y alcoholes, el ácido acético y el cítrico, la teobromina, principio esencial del cacao, la alizarina, principio esencial de la rubia, la vainillina y diversas otras materias orgánicas cuya producción se creía antes privilegio exclusivo de la vida. Más aún: la síntesis o producción química de algunas de ellas ha tomado ya estado industrial, y se fabrican artificialmente a toneladas, y han jubilado a importantes especies vegetales que eran antes objeto de cultivo, y cuyo concurso ha dejado de ser necesario. La fabricación en grande de la vainillina, cuya síntesis descubrieron Tiemann y Hormann, ha hecho cesar el cultivo de la vainilla, una de las bases en otro tiempo de la Agricultura neerlandesa en las colonias de Asia; la fabricación en grande de la alizarina cuya síntesis hallaron Groebe y Libermann, ha desterrado el cultivo de la rubia o granza, de que sólo Inglaterra importaba para sus tintes por valor de seis millones de duros al año, y al que debían una buena parte de su prosperidad comarcas extensas de Holanda, de Francia y de Levante. Recuérdese lo que fue la invención de la sosa artificial para España, donde tanto significaba el beneficio de la barrilla.
Cada nuevo avance de las industrias químicas fundadas en la síntesis orgánica, provocará una crisis, todavía mayor que la padecida ya por la vainilla y por la granza, en el sello de la Agricultura: crisis del olivo, crisis de la viña, crisis de los cereales, crisis de la cañamiel y de la remolacha, crisis del tabaco, crisis de la palma, crisis del corcho, crisis de la almendra, crisis del lúpulo, crisis del arroz, crisis del ganado. El siglo XX está llamado a ser el siglo de las crisis agrícolas; crisis terribles, como no se organice el trabajo, y con el trabajo la propiedad, de un modo muy distinto a como se halla organizado al presente. Un anticipo de lo que tales crisis pueden llegar a ser, lo tenemos a la vista con la no más que incipiente del alcohol, no obstante haber sido promovida en el círculo de la Agricultura tradicional, por unos vegetales contra otros, sin intervención aún de la síntesis orgánica.
Ocioso es decir que padecerán menos de tales crisis los pueblos más flexibles y mejor dispuestos para la adaptación, o dicho de otro modo, los más cultivados, los que hayan adquirido una mayor preparación por el estudio intenso y perseverante de las ciencias físicas y de las ciencias sociológicas.





Joaquín Costa
La fórmula de la agricultura española



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en Biblioteca Virtual Miguel Cervantes
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