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LAS SERGAS DE ESPLANDIÁN (Garci Rodríguez de Montalvo)

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3. Combate entre Amadís y Esplandián





Eya una pieça caminando, antes que llegassen a un gran río que la floresta atravessava, en el cual avía una gran puente, y una casa de monte del rey, donde algunas vezes se aposentava caçando y pescando, que se llamava la Bella Rosa, vieron cómo de la ribera salió un cavallero en un fermoso y gran cavallo armado de todas armas, su lança en la mano a guisa de querer justar, y como cerca d'él llegaron, el cavallero de la ribera dixo:

-Cavallero, no passéis más adelante, porque yo soy guardador d'esta puente, que assí conviene que lo haga por no fallecer de mi palabra, pero si por fuerça de armas la pasássedes, yo seré quito de mí promessa, y vos del trabajo de buscar otro passaje.

Esplandián le dixo:

-Si en el tiempo de mi padre, que las aventuras en esta tierra demandava, y de los otros famosos cavalleros que sobre tales causas como éstas combatían, acaesciérades, tentárades vuestra ventura como la fortuna os la diera, pero dígovos, cavallero señor, que su honra ni su fama no la querría, ni Dios por tal vía me la dé. Pues el passo nos quitáis, no nos quitaréis el campo, que assaz es ancho.

[...]. [Tras el combate primero a caballo con las lanzas y el después a pie con las espadas, el caballero desconocido reconoce su derrota]


Esplandián detuvo el golpe, y dixo:

-Pues dezid quién sois.

El cavallero le dixo:

-Venga el maestro Helisabad, que bien será menester.

Luego se le cayó la espada de la mano y sentóse en el campo, que no se pudo en los pies tener. Esplandián llamó al maestro, diziéndole que aquel cavallero le quería. El maestro llegó y, descavalgando de su palafrén, fue a él, que desacordado estava de la mucha sangre que se le fue y de los golpes grandes que recebido avía, y como le quitó el yelmo, conocióle que era Amadís, de que muy espantado fue. Cuando Esplandián le vio, echó la espada en el campo, y quitándose el yelmo començó de llorar muy agrámente y dezir:

-¡O captivo sin ventura, ¿ qué he fecho?

[...]

Así como ya avéis oído passó esta cruel y dura batalla entre Amadís y su hijo, por causa de la cual algunos dixeron que en ella Amadís de aquellas heridas muriera, y otros que del primer encuentro de la lança, que a las espaldas le passó. Sabido por Oriana, se despeñó de una finíestra. Mas no fue assí, que aquel gran maestro Helisabad le sanó de sus llagas. E a poco espacio de tiempo, el rey Lisuarte y la reina su muger les renunciaron sus reinos, quedando ellos retraídos, como adelante se os contará. E fueron reyes él y Oriana, muy prosperados, de la Gran Bretaña y de Gaula [...]. Pero la muerte que a Amadís le sobrevino no fue otra, sino que quedando en olvido sus grandes fechos casi como so la tierra, florecieron los del fijo con tanta fama, con tanta gloria, que a la altura de las nuves parescían tocar, (caps, xxviii-xxix)




Garci Rodríguez de Montalvo
(v libro amadisiano)
de Antología de Libros de caballerías castellanos
de Garci Rodríguez de Montalvo
(Edición de Juan Manuel Cacho Blecua)



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