Archivo Barricada |
Primer Madrid, sin patria aún.
Frente a mi casa hay una fonda. Es de Jesús, el madrileño. La fonda está
decorada con estampas de La Lidia y El Motín. Jesús, bajito y
colorado, morado, entra y sale, ahogándose, con una mano metida en el chaleco,
sobre el pecho. Tiene una hija, ya mujer, de quien dicen todos que es muy
agraciada -yo sólo veo que se ríe siempre- que a veces viene a mi casa, y se
llama Carmen. Carmen Díaz.
A veces, llegan a la fonda, en
el coche, viajantes de comercio, que salen por la tarde a la puerta, con barba
de diez días; y toreros, que se asoman al balcón de enmedio, entre la admiración
jeneral y el estupor mío, vestidos de colores, plata y oro, con el sol de las
tres.
Un día, vino a la fonda un
ciclista. Estuvo un mes -dicen- en Moguer. Era un hombre joven y alto, que nos
admiraba. Iba y venía con su bicicleta a la Ribera. Y al anochecer, la bicicleta
estaba siempre allí en el zaguán, sobre las losas de mármol blanco y negro.
Tras un borroso cuento que no
entiendo, oigo aquí y allá, que Carmen Díaz se ha ido a Madrid con el joven de
la bicicleta. Entonces, Madrid se aparece en mi sueño, como un Moguer mayor, con
muchas torres, lejano, inasequible, misterioso, vacío, -digo, con toreros y
anarquistas, y en una fonda de una calle muy grande, Carmen Díaz.
Juan Ramón Jiménez
Madrid primero
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Amplia antología
de poemas de Juan Ramón Jiménez
en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
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