Las imágenes que ilustran la nota son instalaciones de Nicanor Parra.
Diálogo entre los Poemas para combatir la calvicie de Nicanor Parra y los Diarios de Alejandra Pizarnik.
Por Carmen M. Cáceres.
I
AP: … disolverme en el humo de mi cigarrillo, si por lo menos fuera una puta.
NP: Sobre los órganos de la mujer / hay una gran ignorancia al respecto / quién podría decirme por ejemplo / qué diferencia hay entre vulva y vagina.
AP: Siempre haré poemas. Miento. Mi único amor es el sexo. Mi único deseo ser puta. O no serlo. Pero legiones de hombres. Y si quieren, vengan las mujeres y los niños.
NP: Ah, la mujer que se entrega porque sí / porque la soledad, porque el olvido…
AP: La gente debería masturbarse, amarse platónicamente. Lo que me fascina de la masturbación es la enorme posibilidad de transformaciones que ofrece.
NP: La mesa está puesta muerde/ la uva que te trastorna/ y besa con ira el duro/ cristal que te vuelve loca.
AP: Sólo el sexo merece seriedad y consideración porque el sexo es silencio.
NP: Fornicar es un acto literario.
II
Si de grandes escritores se trata: ¿cuál es la diferencia entre leer su autobiografía, un libro con su intercambio epistolar o sus diarios? Pregunta de la cual derivan, por lo menos, otras dos. La primera es qué morbo parecido al chisme nos atrae a indagar la intimidad de Dostoievski, Kafka, Pavese, Woolf, Bioy Casares, Gombrowicz y P. Bowles (por citar algunos). La segunda es, como escritores, qué pretendemos conocer del oficio a través de esos textos.
Los Diarios que Alejandra Pizarnik escribió entre 1954 y 1971 (reeditados en 2010 por Lumen) satisfacen todas esas esferas. Está la adolescente conflictuada devenida en poetisa trágica, están las anécdotas indiscretas de intelectuales de la época, está la obsesión psicoanalítica que transmuta en ironía: Pizarnik tematiza su neurosis, están las inseguridades físicas y una inquietante correspondencia entre sexo y escritura, sexo y muerte, sexo y silencio. Partimos junto a una joven de 19 años que se define a sí misma como: nunca meditó, jamás reflexionó, parece ser sensible, aunque tiene propensión a considerarse genial. Agresiva. Viciosa. No muerde. Desde aquí la acompañamos en un proceso que por momentos resulta hermético y por momentos furioso. Las entradas sostienen a una mujer inteligentísima, mordaz, precisa, solitaria, humorista, contradictoria y nada autocomplaciente que, al igual que Nicanor Parra, se ubicó fuera de su tiempo para buscar esa forma propia entre prosa y poesía que la caracterizado.
Poemas para combatir la calvicie es una antología de Nicanor Parra compilada por Julio Ortega para el Fondo de Cultura Económica. Lleva más de cuatro reimpresiones en Chile y por lo menos dos en México. Abarca publicaciones desde “Poemas y antipoemas” (1954) hasta Hojas de parra (1985), e incluye varias obras inéditas, algunas escritas en inglés, otras dibujadas y otras publicadas de su puño y letra.
Por supuesto, las diferencias entre ambos son harto evidentes. Parra cuestiona el orden social, jaquea el lenguaje “literario”, se burla de las formas que éste adopta y pone en evidencia su artificio. Tanto en los diarios como en la obra, Pizarnik sólo cuestiona su mundo porque no le interesa nada por fuera de su subjetividad, sufre por una soledad autoimpuesta y no escribe tanto para cambiar el estado de la lengua sino para entenderse.
III
AP: ¿Posibilidades de vivir? Sí, hay una. Es una hoja en blanco.
NP: Con una hoja de papel y un lápiz yo entraba en los cementerios/ dispuesto a no dejarme engañar.
AP: He meditado las posibilidades de enloquecer. Ello sucederá cuando no pueda escribir.
NP: casi
como
una
palada
de
tierra.
AP: Anoche pensé qué medios usaría pasa suicidarme. Suicidio, coqueteo con él como si al decirlo quisiera asustar a alguien. Pero mamá está lejos. Y tal vez no existe.
NP: los poetas no tienen biografía / la muerte es un hábito colectivo.
IV
Él es un poeta lúcido que se sirvió de la canción octosilábica y de la tradición métrica para sublevar el poema y usar el léxico de la publicidad, de los graffties, de la jerga política y religiosa, incluso con los elementos de la plástica. El yo-lírico de Parra también se identifica en las breves frases que puso a sus famosos Artefactos visuales, algunos de los cuales ilustran esta especie de reseña tardía. “La influencia de Nicanor Parra no es una marca de estilo sino una actitud frente al lenguaje, impregna la joven poesía con su épica subjetiva, su narratividad mundana, su iconoclastia, su antisentimentalismo”, dice el compilador en el prólogo.
Bueno, nada más opuesto a los diarios de Alejandra, quien insistentemente dice que su principal problema es: la ignorancia absoluta del lenguaje hablado. No uso un lenguaje argentino sino lo poco que sé del español literario… me tortura mi estilo por una semiafasia que me obliga a romper cualquier ritmo insipiente. Se trata de un problema musical… a casusa de la castración del oído: no puedo percibir la melodía de una frase.
AP: Comienza a ser adulta mi relación con la literatura. Ser adulta quiere decir preferir el Ulises al Retrato de un artista adolescente; quiere decir no admirar solamente por identificación o catarsis.
NP: la Santa Biblia / es el único libro verdadero/ los demás son hermosos pero falsos.
AP: (sobre Calderón) Parece que los españoles jamás pensaron que puede haber un drama en el lenguaje.
NP: El poeta no cumple su palabra / si no cambia el nombre de las cosas.
AP: Hacer el amor para ser el centro de la noche. Hacer el poema para desplegarse en su espacio.
NP: El poeta es un hombre como todos / un constructor de puertas y ventanas.
AP: No muero porque el sexo me importa todavía: sufrir voluptuosamente, sufrir con un lujo inigualado.
NP: eres feliz cadáver eres feliz.
AP: Vano es el lenguaje para quien aspira a una alta tensión con del silencio.
NP: Como los fenicios (yo) pretendo formarme mi propio alfabeto.
AP: Engordé muchísimo. No hay remedio. Es un círculo vicioso. Para no comer necesito estar contenta. No puedo estar contenta si estoy gorda.
NP: Interesa la forma del abdomen.
AP: Imposible ir a una orgía si me levanto a las ocho para ir a la oficina.
NP: Justo es, entonces, que trate de crear algo/ que me permita vivir holgadamente / o que por lo menos me permita morir.
AP: No confundir la irrealidad poética con la irrealidad neurótica.
NP: El mundo moderno es una gran cloaca:/ los restaurantes de lujo están atestados de cadáveres digestivos / y esto no es todo: los hospitales llenos de impostores.
AP: Mi única culpa consiste en no recordar dónde puse mi cordón umbilical aquélla noche que nací.
NP: Para poder llegar al paraíso / hay que ser un acróbata completo.
AP: Ahora sé por qué sueño escribir poemas-objetos. En mi sed de realidad, mi sueño de materialismo.
NP: La mitad del espíritu es materia.
AP: Me pregunto quién eligió la expresión “ganarse la vida” como sinónimo de trabajar. En dónde está ese idiota.
NP: Caution / el cadáver de Marx aún respira.
AP: ¡Denme al hombre, no a las masas!
NP: Si Colón no se hubiera equivocado / no existiría América del Sur / si Hitler no se hubiera equivocado / no existiría América del Norte.
Nicanor Parra y Alejandra Pizarnik son dos poetas exhaustivamente reconocidos, por lo que en verdad no hay nada que se pueda agregar a la legión de artículos, papers y libros publicados sobre sus obras.
Esta nota, entonces, nace de un capricho o de un hallazgo tal vez inútil: a pesar de sus universos distantes, de sus apuestas literarias casi opuestas, hay un verso, un mismo verso, que los reúne y los detiene frente a la escritura. Él lo escribió en 1954, a los 40 años: Hoy es un día azul de primavera / creo que moriré de poesía. Ella lo escribió en 1962, a los 26: sé, de una manera visionaraia, que moriré de poesía. Esto no lo comprendo perfectamente, es lejano, pero lo sé y lo aseguro.
Esta nota, entonces, nace de un capricho o de un hallazgo tal vez inútil: a pesar de sus universos distantes, de sus apuestas literarias casi opuestas, hay un verso, un mismo verso, que los reúne y los detiene frente a la escritura. Él lo escribió en 1954, a los 40 años: Hoy es un día azul de primavera / creo que moriré de poesía. Ella lo escribió en 1962, a los 26: sé, de una manera visionaraia, que moriré de poesía. Esto no lo comprendo perfectamente, es lejano, pero lo sé y lo aseguro.
Carmen M. Cáceres
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