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ACTO SEGUNDO, ESCENA V
Numeriano Galán; luego, Florita.
NUMERIANO. (Cae desfallecido sobre un banco.)
- ¡Ay, Dios
mío! Bueno; yo hace quince días que no duermo, ni como, ni vivo... ¡Y yo que
nunca he debido un céntimo, me he hecho hasta tramposo!... Porque entre los dos
perros y el marco, que lo estoy pagando a plazos, se me va la mitad del sueldo.
¡Qué cuadrito!... Don Gonzalo le llama “la mancha”, pero quia. Es muchísimo más
grande. La Mancha y la Alcarria, todo junto. ¡No le he puesto más que un listón
alrededor y me ha subido a veinticinco duros!... ¡Ay!, yo estoy enfermo, no me
cabe duda. Tengo dolor de cabeza, inquietud, espasmos nerviosos; porque además
de todo esto, esa mujer me tiene loco. Es de una exaltación, de una vehemencia
y de una fealdad que consternan. Y luego tiene unas indirectas... Ayer me
preguntó si yo había leído una novela que se titula “El primer beso”, y yo no
la he leído; pero aunque me la supiera de memoria... ¡Esas bromitas, no! Y para
colmo, habla con un léxico tan empalagoso, que para estar a su altura me veo
negro. Aquí me he venido huyendo de ella... Aquí, siquiera por unos momentos,
estoy libre de esa visión horrenda, de esa visión...
FLORITA. (Apartando el ramaje del fondo de la fuente,
asoma su cara risueña y dice melodiosamente.)
- ¡Nume!
NUMERIANO.(Levantándose de un salto tremendo.
Aparte.)
-
¡Cuerno!... ¡La visión!
FLORITA.
- Adorado
Nume.
NUMERIANO. (Con desaliento.)
- ¡ Florita!
FLORITA.(Saliendo, lo mira.)
- ¡Pero cuán
pálido! ¡Estás incoloro! ¿Te has asustado?
NUMERIANO. (Desfallecido.)
- Si me
sangran, no me sacan un coágulo.
FLORITA.
- Pues yo,
errabunda, hace un rato que de un lado a otro del parterre vago en tu busca, ¿Y
tú, amor mío?
NUMERIANO.
- ¡Yo vago
también; pero más vago que tú, me había sentado un instante a delectarme en la
contemplación de la noche serena y estrellada!...
FLORITA.
- ¡Oh
Nume!... Pues yo te buscaba.
NUMERIANO.
- Pues si yo
sé que me buscas, te juro que corro, que corro a tu encuentro.
FLORITA.
- Y dime,
Nume: ¿qué hacías en este paradisíaco rincón?
NUMERIANO.
-
Rememorarte. (Aparte.) Con más
elegancia, ni D'Anunzzio.
FLORITA.
- ¡Ah Nume
mío, gracias, gracias! ¡Ah, no puedes suponerte cuánto me alegro encontrarte en
este lugar recóndito!
NUMERIANO.
- Bueno;
pero, sin embargo, yo creo que debíamos irnos, porque si alguien nos
sorprendiera arrinconados y extáticos, podía macular tu reputación incólume, y
eso molestaríame.
FLORITA.
- ¿Y qué
importa, Nume?... ¡La felicidad es un pájaro azul que se posa en un minuto de
nuestra vida y después levanta el vuelo, y Dios sabe en qué otro minuto se
volverá a posar!
NUMERIANO.
- Sí ; pero
figúrate que ahora viene el pájaro y se posa; pero luego pasa uno y nos lo
espanta y encima lo divulga, y ¿qué pasa? Pues que te pesa. Hay que estar en
todo. (Intenta irse.)
FLORITA. (Deteniéndole.)
- Nume, no
seas tímido. La dicha es efímera. Siéntate, Nume.
NUMERIANO.
- No me
siento, Florita. (Aparte.) ¡A solas
la tengo pánico!
FLORITA.
- Anda,
siéntate, porque quiero en este rincón de ensueño pedirte una revelación... (Le obliga a sentarse.)
NUMERIANO.
- ¡Una
revelación!... Bueno; si eres rápida y sintética, atenderéte ; pero si no,
alejaréme. Habla.
FLORITA.
- Vamos a
ver, Nume, con franqueza: ¿por qué te he gustado yo?
NUMERIANO.
- Por nada.
FLORITA.
- ¿Cómo?
NUMERIANO.
- Quiero
decir que no me has gustado por nada y... me has gustado por todo. Te he
encontrado...
FLORITA.
-¿Qué?... ¿Qué?...
NUMERIANO.-Te
he encontrado un no sé qué..., un qué sé yo..., un algo así, indefinible; un
algo raro. ¡Raro, esa es la palabra!
FLORITA.
- Bueno;
¿qué te han gustado más, los ojos, la boca, el pie?
NUMERIANO.
- Ah, eso,
no, no...; detallar, no he detallado. Me gustas en globo, vamos...
FLORITA.
- ¡En globo!
¡Qué concepto tan elevado!
NUMERIANO.
- Sí;
elevadísimo; lo más elevado posible..., como corresponde a mi admiración.
FLORITA.
- ¡Ah Nume
mío, gracias, gracias!
NUMERIANO.
- No hay de
qué.
FLORITA.
-Y dime,
Nume, una simple pregunta: ¿tú has visto por acaso en el “cine” una película
que se titula “Luchando en la oscuridad”?
NUMERIANO.
- ¿En la
oscuridad?... No; yo en la oscuridad no he visto nada.
FLORITA.
- ¡Lo decía,
porque en una de sus partes hay una escena tan parecida a ésta!
NUMERIANO. (Aterrado.)
- ¿Sí? (Intenta levantarse. Ella le detiene.)
FLORITA.
- Es un
jardín. Un rincón poético, una fontana rumorosa, la luna discreta, dos amantes
apasionados...
NUMERIANO. (Con miedo creciente.)
- ¡Qué
casualidad!
FLORITA.
- De pronto
los amantes, yo no sé por qué, se miran, se prenden de las manos, se atraen.
NUMERIANO. (Aparte.)
- ¡Cielos!
FLORITA.
- Y un beso
une sus labios; un beso largo, prolongado; uno de esos besos de “cine”,
durante los cuales todo se atenúa, se desvanece, se esfuma, se borra, y...
aparece un letrero que dice “Milano Films”. Pues bien, Nume: ese final...
NUMERIANO.
- ¡No,
no...; jamás..., Florita! Cálmate o pido socorro... No quiero dejarme llevar de
la embriaguez. ¡Yo no llego al Milano ni aunque me emplumen!...
FLORITA.
- ¡Pero,
Nume mío!...
NUMERIANO.
- No, Flora;
hay que hacerse fuertes... Vámonos, vida mía. Vámonos o llamo. (Se escucha planísimo el vals de “Eva”.)
FLORITA. (Exaltada.)
- Espera...,
atiende... ¡Oh, esto es un paraíso! ... ¿No escuchas?
NUMERIANO.
- Sí ; el
vals de “Eva”.
FLORITA.
-
¡Delicioso!
NUMERIANO.
- Delicioso;
pero vámonos.
FLORITA.
- ¡Divina,
suave, enloquecedora melodía de amor! ¿Quieres que nos vayamos como en las
operetas?...
NUMERIANO.
- Vámonos, y
vámonos como te dé la gana.
FLORITA.-¡Oh
Nume!... (Se van bailando el vals.)
NUMERIANO.
- ¡Por Dios,
Florita, no aprietes, que congestionas! (Hacen
mutis bailando. Vanse por la izquierda.)
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