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El poeta Ramón López Velarde murió en plena juventud, dejando una obra breve pero extraordinariamente original. Sus mejores poemas son una exploración en la médula del lenguaje literario de su tiempo, en la profundidad de su conciencia estremecida por la religiosidad, el erotismo y la muerte, y en la intimidad del México sacudido por la Revolución. Con él terminó el modernismo y comenzó la poesía mexicana contemporánea.
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Alfonso García Morales
POEMAS
El son del corazón y La sangre devota
Mi prima Águeda
La Suave Patria
PROSA
Obra Maestra (de El Minutero)
ESTUDIOS Y ENLACES:
La Suave Patria: sus enigmas y la gitana (Eduardo R. Huchim)
La mejor antología de su prosa (Lecturas hispánicas)
Material de Lectura (amplia antología seleccionada por Hugo Gutiérrez Vega)
Biblioteca Virtua Miguel de Cervantes
Biografías y vidas
Wikipedia
Wikisource contiene obras originales de Ramón López Velarde.
RAMÓN LÓPEZ VELARDE (Jerez -Zacatecas-, 1888 - México,
1921) Poeta mexicano que compuso, con motivo del primer centenario de la
Independencia, el poema Suave Patria, que suele considerarse el poema
nacional de México. Ramón López Velarde es considerado, a pesar de su corta
vida, el más específicamente mexicano, el más "nacional" por decirlo
de algún modo, de los líricos del país. Es el poeta de la época modernista con
mayor arraigo mexicano, pero un arraigo que no llega a fructificar en su
espíritu renovador y mantiene, en el lenguaje y el estilo, una serenidad casi
clásica, un carácter religioso que lo vinculan con la tradición.
Nacido en Jerez, en el
estado de Zacatecas, en 1888, poco puede decirse de su corta vida: cursó sus
primeros estudios en los seminarios de Zacatecas y Aguascalientes y se
matriculó, luego, en la Universidad de San Luis de Potosí para estudiar la
carrera de leyes. Murió, prematuramente, a los treinta y tres años, en la
Ciudad de México, en 1921.
Tentado por la política,
como tantos otros literatos mexicanos, en 1911 se presentó a las elecciones
como candidato a diputado suplente por su ciudad natal, integrado en las listas
del Partido Católico. En 1914 viajó a Ciudad de México, donde se instaló
trabajando primero en su profesión de abogado y, luego, en las secretarías de
Gobernación y Relaciones Exteriores; fue también profesor de literatura.
Publicó sus crónicas políticas en varios periódicos: El Regional de Guadalajara
(1909), La Nación (1912), El Eco de San Luis (1913), El Nacional Bisemanal
(1915-1916), Revista de Revistas (1915-1917), Vida Moderna (1916) y Pegaso
(1917).
En La sangre devota
(1916), su primer libro de poesías, pueden descubrirse ya los temas recurrentes
en toda su obra: el amor, el dolor y la preocupación por los destinos patrios.
Con su obra reaparece en la lírica mexicana un acento casi olvidado, una voz,
la de la provincia, que había callado ya. En 1919, apareció Zozobra, su
segunda obra poética, en la que aborda dramática y sinceramente los problemas
del erotismo, la religión y la muerte. En 1921, al celebrarse el primer
centenario de la Independencia, escribió La suave patria, en cuyos
versos épicos y líricos exalta los sentimientos nacionalistas.
Su prematura
desaparición arrebató a las letras mexicanas un creador de enorme fuerza y
talento muy personal. Tras su muerte fueron apareciendo sus demás obras, que en
unos casos veces habían sido preparadas por el propio autor, y en otros se
rescataron de periódicos y revistas. Se editó el tercer volumen de su
producción poética (El son del corazón, 1932) y otros tres que contienen
su obra en prosa (El minutero, 1923; El don de febrero. Poesía,
cartas y documentos, 1952; y Prosas políticas, aparecido en 1953).
La poesía de Ramón López Velarde
La peculiar estética del
autor asomó ya en La sangre devota (1916), un volumen de poesía amorosa
dedicado a su musa, llamada en la obra Fuensanta y en la vida real Josefa de
los Ríos. A este volumen inaugural siguió Zozobra (1919), en el que
analiza las "flores del pecado" sembradas durante su relación con
Margarita Quijano, y un último libro de poemas aparecido póstumamente: El
son del corazón (1932).
En todos ellos se
percibe un acendrado catolicismo que tiene como contrapeso la pasión amorosa.
Así resaltó esa ambigüedad el chileno Pablo
Neruda: "viene también el líquido erotismo de su poesía que circula
en toda su obra como soterrado, envuelto por el largo verano, por la castidad
dirigida al pecado". De modo semejante se expresó el mexicano Xavier
Villaurrutia, para quien la poesía de López Velarde es "la más intensa, la
más atrevida tentativa de revelar el alma oculta de un hombre; de poner a flote
las más sumergidas e inasequibles angustias; de expresar los más vivos
tormentos y las recónditas zozobras del espíritu ante las llamadas del
erotismo, de la religiosidad y de la muerte."
A pesar de su breve vida
y su breve obra, la importancia de López Velarde y la influencia que ha
ejercido en la poesía americana moderna son indiscutibles. En su poesía se
señaló y exaltó un acento peculiar que refleja el "alma nacional" de
su país. Algunos, como Pedro Henríquez
Ureña, llaman a esta cualidad mexicana "el sentimiento
discreto"; y Díez-Canedo añade otros calificativos: "el tono velado,
el color crepuscular". Si se toma como ejemplo la más famosa poesía de
López Velarde, Suave patria, fácilmente se notarán esas características
en sus melancólicas y aterciopeladas estrofas. Sin embargo, López Velarde no es
tanto nacional como provincial; no pretende tal vez expresar tanto el alma
entera de México sino ciertos aspectos de su fondo salvaje, y al mismo tiempo
dulce, propios de su vida cotidiana. "López Velarde (dice el historiador
G. González Peña) comenzó a aportar a la poesía el tema regional, la nota
provincial. Llevó a ella la sensación de olor y calor, el ritmo austero y el lamento
en sordina, el sentimiento de piedad y la gracia y la melancolía de los
terruños naturales".
Desde el punto de vista técnico hay en López
Velarde no tanto novedad de adjetivación como un giro imprevisto de la frase, y
el descubrimiento de raras disonancias, de colores rudos y, con todo,
armoniosos. Ocasionalmente se advierten en su obra elementos postrománticos o modernistas,
aunque fue uno de los primeros autores de su tiempo que se rebelaron contra el
tono afectado y el esteticismo de este último movimiento. En opinión de la
crítica, sus excesos fueron resultado de la permanente búsqueda de una voz
propia y original; su verdadera importancia reside en el sabio tratamiento del
paisaje, el planteamiento del contraste radical que existe entre el campo y la
ciudad, y la lucha entre los anhelos estéticos y religiosos, por un lado, y la
sensualidad pagana por otro.
Tales elementos
consiguen para su obra una tensión que le dan un lugar único en las letras
mexicanas. Su influencia fue verdaderamente considerable no sólo en la poesía
mexicana, pues se nota su huella hasta en algunos poetas argentinos de
generaciones posteriores, como Silvina
Ocampo y Ricardo E. Molinari. La influencia de su poesía amorosa es
perceptible en Xavier Villaurrutia.
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