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JOVELLANOS Y LA MANO INVISIBLE


Un nuevo ramo de comercio fomenta un nuevo ramo de cultivo, porque la utilidad que ofrece, una vez conocida, lleva a los agentes de la agricultura en pos de sí. Cuando las carnes se encarecen todo el mundo quiere tener ganados, y no pudiendo sustentarlos sin pastos todo labrador diligente convierte en prados una porción de su suerte. Donde el consumo interior o la exportación sostienen los precios del vino y del aceite, todo el mundo se da a plantar viñas y olivares, y todo el mundo se da a desceparlos cuando se ve bajar el precio de estos caldos y subir el de los granos. La legislación, lejos de detener, debe animar este flujo y reflujo del interés, sin el cual no puede crecer ni subsistir la agricultura. 
Si fuesen necesarios ejemplos para confirmar esta doctrina, ¿cuántos no presentará la Historia antigua y moderna de todos los pueblos? La introducción del lujo en Roma después de la conquista de Asia cambió enteramente el cultivo de Italia. Basta leer a los geopónicos antiguos para reconocer que en las cercanías de aquella gran capital las frutas, las hortalizas y señaladamente la cría de aves y animales arrebataron la primera atención de los labradores. Era inmensa la utilidad que daban los palomares, torderas, piscinas y otras granjerías semejantes. ¿Por qué? Porque de una parte las leyes facilitaban la libertad de estas granjerías, y por otra nada bastaba para llenar las mesas públicas en los convites solemnes de fiestas y triunfos, ni aun para saciar el lujo particular de los Lúculos de aquel tiempo. 
Una curiosa observación ofrece la misma Historia en prueba de este raciocinio. Advierte Salustio que el soldado romano, antes frugal y virtuoso, se dio por la primera vez al vino y los placeres, relajada por Sila la disciplina de los ejércitos. La consecuencia fue crecer en tanto grado la utilidad del cultivo de las viñas, que en opinión de los geopónicos latinos era el más lucroso de cuantos abrazaba su agricultura, y de ahí es que ninguno recomiendan tanto en sus obras.


Gaspar Melchor de Jovellanos




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