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LA CARAJICOMEDIA - Fin de Fajardo (Anónimo)




Fin de Fajardo.

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Ya fin demando con jesto plaziente,
muy triste de verme con tanta fatiga,
no porque falten coños que siga,
mas no hallo cosa con qué los contente:

baste que ha estado engañada la jente,
y con mis miembros estoy enemigo;
por ende dispuso, lujuria comigo,
dar fin á hodér, pues soy impotente.
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Habla el Reverendo y Devoto Padre Autor d'esta obra
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Por cruel estilo y torpe infición
mi carajicomedia ha sido acabada,
la cual se leerá con cara tapada
porque vergüenza no cause passión:
pues es meritoria y de corrución,
nobles letores, devotos oyentes,
suplicóos digáis, rezando entre dientes,
el parce michí con gran devoción.
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Después qu'el Reverendo Padre Fray Bugeo Montesino, dio fin á la obra sobredicha; prosigue Fray Juan de Hempudia, aviendo gana de provocar los oyentes á devoción : y pues se os han contado sus hechos, en vida, contemos su fin y muerte.


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La muerte del Carajo de Diego Fajardo:
como Juan de Mena,
la del conde de Niebla.
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El Autor.
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Bajé más mis ojos, qu'están muy dolientes,
y vi ser juntados en grave consorcio,
muchos carajos qu'están en divorcio
de coños angostos, por ser muy ardientes:
yo que notábalos tan impotentes,
en un gran carajo tardanza me fiz,
del cual preguntada por mi la dotríz,
respuso, ditando los metros siguientes:
"Aquél que, de hocicos, en tierra está echado
tan laso, tan magro, tan seco de mondas,
por puros ardores de putas cachondas,
tan triste, maduro, tan debilitado:
es el furioso, carajo cansado,
que por su flaqueza no tiene que monde,
de Diego Fajardo, que siempre se asconde,
de cualquiera cono qu'está encarnizado.
Y los que le cercan, por el rededor,
puesto que sean de grandes renombres,
sus hechos del solo, encubren sus nombres,
pues hizo hazañas de gran hodedór :
que todos carajos que son de valor,
para mostrar quién es cada uno,
dando en un coño dos mil de consuno,
aquél juzga luego cuál es el mejor.

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Compara.
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Arlanza, Pisuerga, con mas Carrión,
gozan de nombre de ríos, empero,
después que juntados, llamámoslos Duero,
hazemos de muchos, una relación.
O coños, vosotros, la gran perdición,
del fiero carajo, debéis de llorar,
pues fué solamente sobre cabalgar,
su saña ya muerta, con su complición.
En las requestas de su triste vida,
señales muy flacas, de casos arteros,
vieron los lomos, con malos agüeros,
teniendo la fuerza, casi perdida:
las cuales veyendo, que va de cayda
el triste carajo, que todo lo escota,
cabeza abajada amonesta y denota,
á Diego Fajardo que deje tal vida.
“Ca he visto, dize, señor, nuevos yerros,
hazes con flaqueza mis manos secretas,
mis flojos cojones, que piden ya dietas,
qu'están trasijados, asi como perros;
y hallo tan flacos, maduros los cerros,
qu'el triste espinazo, con estas peleas,
tiene muy agras sus sañas y feas,
á los coños pide, ya paz, que no hierros.
Vi que las venas mas gruesas quebraban,
al tiempo que quise, cuitado ! arrechár,
y vi mas los nervios muy flojos quedar,
aun qu'en lo caliente, metidos estaban:
los pelos d'encima, se m'espeluznaban,
los flacos cojones con la su mezana,
vide encojerse, no de buena gana,
cuando los coños se nos convidaban.
Ya, pues, si debe en este gran lago,
guiarse el hodér, por dicho del saje,
viendo las señas de vuestro fardaje
debedes cessár de aqueste mal trago:
mas vale llevar con manso halago,
mis fuerzas bien rezias, sin señas de plaga,
no dedes causa que hodiendo haga,
á mí mismo el daño, y a vos el estrago."
Fajardo que nunca, de las abusiones
creía, ni menos de tales señales,
dijo :—“ No apruebo, por muy naturales,
carajo, ninguna, d'aquestas razones :
las que me dizes, no son ocasiones,
por donde conosco, tu gran flojedad,
y siento tan poco, tal enfermedad,
por donde no encojan, mis rezios cojones.
Aun si yo viera sobre alguna cuna,
mi gruesa barriga estar desmayada,
doliente, muy floja, muy debilitada,
temiera los coños, pues crece la luna:
si yo conociesse tu cura porcuna
de tu miembro gruesso estar carcomiento,
temiera los conos, y su nutrimiento;
en otra manera, no será trepuna.
Ni reo, tampoco, ser muy desmayados
los nervios, mas antes crecida su saña,
ni menos los pelos d'aquesta montaña,
estar cabezbajos, mas ante erizados:
ni veo espumajos de sangre meados,
ni menos flaqueza por donde estés seco,
ni mis fieros lomos, hazér nuevo trueco,
dejár de hodér, por estarse holgados.
Ni bajan las alas, mis gruessos cojones,
ni tientan judgando de quedos estar,
mas antes procuran hodér sin parar,
pidiéndome abasto, porque hay vacaciones:
dizen, por señas, que pierden sazones,
si no los bastezco de carne coñina,
que ellos se sienten con tanta cozina,
que pueden henchirse, bien tres artesones.
Ni tu verga gruessa, no anda señera,
cabeza abajada, hodér esquivando,
antes contino, diziendo y pensando,
cómo satisfaga los coños qu'espera:
en lo que yo veo, por partes de fuera,
tu negro pellejo es el que desatina,
qu'entrando y saliendo en esta gran tina,
no siento sabor, maguer que lo quiera.
Desplega tus venas, pues ya que tardamos,
cqjones y lomos levanten los remos,
y por este tiempo que aquí no hodemos,
hodamos de forma, que fama tengamos:
y pues tan ganosos ya todos estamos,
á ir á hodér, sin falta ninguna,
parezca a los coños, sin dubda alguna,
no que nos fuerzan, mas que los forzamos."
Tales palabras Fajardo dezia,
que el flaco carajo á su mandamiento,
consiente, obedece, sin detenimiento,
queriendo morir, en hodida porfía,
según que lujuria lo ya consentía,
que fuessen los coños, de aquí con manzilla,
Fajardo y los suyos, que van en cuadrilla,
llegaron acerca de la putería.
Fajardo y los suyos, tomaron la tierra,
qu'está entr'el pendejo, y el borde del muro,
lugar, con menguante, espeso y oscuro,
mas con la creciente, del todo se cierra;
quien llega mas tarde, presume que yerra,
los fieros carajos, alzadas las alas,
sañudos, ferozes, entran sin escalas,
dando empujones, á modo de guerra.
Los coños veyendo, crecer los rábanos,
y viendo carajos de diversas partes,
venir tan arrechos con sus estandartes,
holgaron de vello, con gozos estraños:
los cuales queriendo hartarse sin daños,
de aquellas tan nuevas, y dulces estrenas,
acojen de grado á los gordos de venas,
también á los otros, que no son tamaños.


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-Compara.
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Bien como médico mucho famoso,
que trae el estilo por mano, seguido,
en cuerpo, de golpes diversos herido,
luego socorre á lo mas peligroso ;
así los coños, sintiendo furioso,
á Diego Fajardo mas que á otro ninguno,
con gana muy presta se va cada uno,
á su gran carajo, por ser mas sabroso.
Allí desparaban mil pedos y truenos,
y los regüeldos andaban ya luego,
con la gran furia que sienten del fuego,
á todos los coños hinchendo los senos:
algunos de aquellos, de gran saña llenos,
se lanzan ganosos por sus azagayas,
pasando los nervios, y pelos, y rayas,
y hartan su hambre con miembros ajenos.
Mientra que hodían y mientra que amblaban
de parte de todos ya crecen las ondas,
y cobran los coños soberbias cachondas,
contra los carajos, que bien empujaban :
los cuales veyendo la espuma que andaban,
si, por caso, fuera, sallirse querían,
los coños rabiosos, les ya defendían,
tornar al sosiego en que antes estaban.
Con peligrosa y vana fatiga,
pudo Fajardo sacar su carajo,
el cual le salvara por algún atajo,
sino se temiera de alguna enemiga:
padece tardanza, si quies que lo diga,

de los que quedaban y ir lo veían,
y otros que flojos alli se sumían,
presume que voz dolorosa sería.
Entrando tras él, por la espuma dezían;
"Feroze Fajardo, y cómo nos dejas?
que nuestras finales y últimas quejas,
en tu presencia, favor nos serían!
Los coños, las vidas, ya nos desafían,
si tu no nos puedes prestar el vivir,

danos la forma d'entrár y sallír,
daremos las vergas á mas que debían.
O volveremos á ser sometidos,
so aquellos coños, hasta que muramos,
hodiendo si quiera, porque bien podamos,
ser destotanados, mas nunca vencidos:
pues ya que tu vees, qu'estamos perdidos,
débiles, flojos, sin señas de guia,
vuelve : hodamos con tanta porfía,
hasta que nos falten, vigor y sentidos."
Fajardo, á las vozes, se mueve á deshora,
y vuelve su carajo con flacas saetas,
contra los coños, por hartar sus setas,
ca, fué de temor, piadád vencedora:
había lujuria, dispuesto la hora;
los flojos carajos á entrar se tornaron,
los coños hambrientos, así los tragaron,
que ninguno d'ellos, ni canta ni llora.

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Cabo.
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Los tristes carajos, ya no goteaban,
mas só los coños andaban ocultos,
dando y trayendo, mortales singultos
d'esperma, á la hora que mas empujaban;
las fuerzas de todos así litigaban,
que pijas entraban do coños salían,
la pérfida entrada los coños querían,
la dura salida las pijas negaban.
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Aquí se acaba el libro llamado "Cancionero de Obras de Burlas'' el cual fue impreso en la muy noble cibdad Je Valencia, por Juan Yiñao á XII Je Febrero. Año M.D.XIX.



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