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XXXIX
La Oración del ateo
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Oye mi ruego tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoje estas mis quejas,
tú que á los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
á nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuanto tú de mi mente más te alejas
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi ama endulzóme noches tristes.
Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres si no Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se espande
para abarcarte. Sufro yo á tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
XL
El arte
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-Al sol y de los vientos al socaire
sin sacudirse moscas, con la legra
más tajante que lengua de una suegra
afeita perros muertos el pelaire.
Rapa con tino y singular donaire
y así se gana la comuña negra,
y mientras rapa su trabajo alegra
cantando sus trabajos al desgaire.
Es un artista; no comete un yerro
ni para hasta dejar el rape al punto,
que si vivo es costoso hinchar un perro
no es fácil afeitarle ya difunto,
La moraleja en breve frase encierro:
es arte el dominar cualquier asunto
XLI
Ojos sin luz
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Hermosos ojos que no veis, topacios
de lumbre muerta, cristalinas lunas,
gemelas tristes, vais por los espacios
tenebrosos mecidas como cunas
de invisibles visiones y de agüeros
de un mundo que marrara. Y de tiniebla
se abren ante vosotros los senderos
que van rompiendo de la luz la niebla.
Hermosos ojos que no veis, se mira
el ángel de la luz en vuestro brillo,
un soplo inmaterial triste suspira,
alza vista sin ojos al castillo
de Dios, y entona luego con su lira
aquel de eterno Amor dulce estribillo.
XLVII
Mi Dios hereje
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----------------------------------------------Salmo CIX 28
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Aunque ellos me maldigan qué me importa
si me bendices tú, mi Dios hereje;
tu santa diestra mi destino teje
y tú me enseñas que la vida es corta
y muy larga la muerte. Me conforta
tu silencio mandándome no ceje
de lanzar á este viento que nos meje
mi voz que á inquietarse les exhorta.
Mientras de mí, Señor, tú no recabes
que aquel nuestro secreto al fin divulgue
yo de ellos no me quejo, ya lo sabes,
y encuentro natural se me escomulgue;
muy justo es que la Iglesia con las llaves
del Pescador rascándose se espulgue
LIII
Razón y fé
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Levanta de la fé el blanco estandarte
sobre el polvo que cubre la batalla
mientras la ciencia parlotea, y calla
y oye sabiduría y obra el arte.
Hay que vivir y fuerza es esforzarte
á pelear contra la vil canalla
que se anima al restalle de la tralla
y ¡hay que morir! exclama. Pon tu parte
y la de Dios espera, que abomina
del que cede. Tu ensangrentada huella
por los mortales campos encamina
hacia el fulgor de tu eternal estrella;
hay que ganar la vida que no fina,
con razón, sin razón ó contra ella.
LXVI
Al Dios de España
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Sólo las patrias son la gran escuela
del ideal de la hermandad humana
pues de las patrias es de donde emana
la fe en nnestro destino, la que apela
al Dios de todos. Aunque su faz vela
del Sinaí en las nubes, Él se allana
á dar sus tablas á Moisés y arcana
antes su ley en patria se revela.
Oh Dios de Covadonga y Roncesvalles,
Dios de Bailén, señor de nuestra hueste,
que tu nombre por tierras y por valles
bendigan de esta España y la celeste,
y en confesarte único no acalles
mi voz mientras su aire ella me preste.
LXXXVII
Noches de insomnio
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Terribles noches de insomnio en las que se cuenta
el toque de las horas que van al vacío;
su procesión cargada de vidas va lenta
bajando por las aguas del eterno río.
E insomne en la ribera el corazón se sienta
no pensando ni soñando si no en sombrío
rumiar lo inevitable con que tienta
al alma el Tentador, que así mete el desvío
de la lucha viril. Oh las noches terribles
de locas aprensiones y de vil congoja
al ver las esperanzas hechas ya imposibles
si una gota del río que pasa nos moja
y en el alba al mirarla con los aprensibles
tristes ojos la vemos cual la sangre roja.
XC
Señor, no me desprecies
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--------------------------------------------------Génesis XXXII 24-30
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Señor, no me desprecies y conmigo
lucha; que sienta al quebrantar tu mano
la mía, que me tratas como á hermano.
Padre, pues beligerancia consigo
de tu parte; esa lucha es la testigo
del origen divino de lo humano.
Luchando así comprendo que el arcano
de tu poder es de mi fé el abrigo.
Dime, Señor, tu nombre pues la brega
toda esta nocbe de la vida dura,
y del albor la hora luego llega;
me has desarmado ya de mi armadura
y el alma, así vencida, no sosiega
hasta que salga de esta senda oscura.
CXI
La unión con Dios-
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-----------------------------Vorrei voler, Signor, quel ch'io non voglio.
------------------------------------------------------------Miguel Ángel
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Querría, Dios, querer lo que no quiero;
fundirme en Tí, perdiendo mi perstma,
este terrible yo por el que muero
y que mi mundo on derredor encona.
Si tu mano derecha me abandona
qué será de mi suerte? prisionero
quedaré de mí mismo; no perdona
la nada al hombre, su hijo, y nada espero.
«Se haga tu voluntad, Padre!» repito
al levantar y al acostarse el día,
buscando conformarme á tu mandato,
pero dentro de mí resuena el grito
del eterno Luzbel, del que quería
ser, ser de veras, fiero desacato!
Miguel de Unamuno
Rosario de sonetos líricos, 1911
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