«Este
Emperador de las Españas (*) era muy justiciero, e de como vedaua los males e los
tuertos en su tierra puédese entender en esta razón que diremos aquí. Un
Infançón que moraua en Galizia, e avíe nombre don Ferrando, tomó por fuerça a
un labrador su heredad, e el labrador fuesse querellar al Emperador, que era en
Toledo, de la fuerça que le fazíe aquel Infançón. E el Emperador embió su carta
luego con esse labrador al Infançón, que luego vista la carta que le fiziesse
derecho de la querella que dél avíe. E otrosí embió su carta al merino de la
tierra, en quél mandava que fuesse con aquel querelloso al Infançón, que viesse
qual derecho le fazíe e que gelo embiasse dezir por sus cartas. E el Infançón,
como era poderoso, quando vió la carta del Emperador, fué muy sañudo e començó
de amenaçar al labrador, e dixol que lo mataríe, e non le quiso fazer derecho
ninguno. E quando el labrador vió que derecho ninguno non podíe aver del Infançón,
tornóse para el Emperador a Toledo con letras de omes buenos de la tierra, en
testimonio como non podíe aver derecho ninguno de aquel Infançón del tuerto que
le fazíe. E quando el Emperador esto oyó, llamó sus privados de su cámara, e
mandóles que dixessen a los que viniessen a demardar por él que era mal
doliente, e que non dexassen entrar ninguno en su cámara, e mandó a dos
caualleros mucho en poridad que guisasen luego sus cavallos e yríen con él. E
fuesse luego encobiertamente con ellos para Galizia, que non quedó de andar de
día nin de noche; e pues que el Emperador llegó al logar do era el Infançón,
mandó llamar al merino e demandol que le dixesse verdad de cómo pasara aquel
fecho. E el merino dixógelo todo. E el Emperador, después que sopo todo el
fecho, fizo sus firmas sobre ello, e llamó omes del logar, e fuesse con ellos,
e paróse con ellos a la puerta del Infançón, e mandol llamar que saliesse al
Emperador que le llamava. E quando el Infançón esto oyó, ovo gran miedo de
muerte e començó de foyr, mas fué luego presso e aduxéronle ante el Emperador;
e el Emperador rrazonó todo el preyto ante los omes buenos, e cómo despreciara
la su carta, e non feziera ninguna cosa por ella, e el Infançón non contradixo
nin respondió a ello ninguna cosa. E el Emperador mandol luego enforcar ante su
puerta e mandó que tornasse al labrador todo su heredamiento con los esquilmos.
Entonces el Emperador anduvo descobiertamente por toda Galizia e apaziguó toda
la tierra, e tan grave fué el espanto que todos los de la tierra ovieron por
esse fecho, que ninguno non fué osado en toda su tierra
de
fazer fuerza uno a otro. E esta justicia, e otras muchas tales como ésta, fizo
el Emperador, porque era muy temido de todas las gentes, e vivíe cada uno en lo
suyo en paz.»
Florián de Ocampo
Tercera Crónica
General, 1390
Texto en el que parece se inspiró Félix Lope de Vega y Carpio para su drama El mejor alcalde, el rey, según hace afirma al final de la obra:
SANCHO:
Y aquí acaba la comedia
del Mejor Alcalde, historia
que afirma por verdadera
la Corónica de España:
la cuarta parte la cuenta
__________
(*) Hace referencia a Alfonso VI.
La Estoria de España no comenzó a atraer a la crítica por sí misma,
sino como texto de apoyo para el estudio de la historia de la épica hispánica.
Las prosificaciones de muchos de los viejos cantares que se incluyeron en la Estoria de España condujeron a Ramón Menéndez Pidal a finales del
siglo pasado a profundizar en el estudio de la historiografía con el objeto de
restaurar la vieja épica hispánica a través de las ruinas que de ella quedaban
en esos textos. Desorientado ante la multiplicación de copias distintas la una
de la otra, el fundador de la filología española tuvo que dedicar mucho tiempo
y esfuerzo antes
de poder establecer las principales familias de manuscritos basándose en sus
variantes principales. Los resultados de ese trabajo, recogidos en sus
publicaciones de ese momento, consiguieron establecer la versión originaria,
para luego identificar sus sucesivas y posteriores refundiciones. Además de
asignar nombre a todas ellas, Menéndez Pidal propuso su datación: Primera crónica general de España (1270) (la redactada bajo los auspicios del rey Sabio y que
hoy preferimos llamar Estoria de España), Crónica General de
1344 (que consideró Segunda crónica general),
Crónica de veinte reyes (que fechó hacia 1360), Tercera
crónica general (hacia 1390) (que es la crónica que
dio a la imprenta Florián de Ocampo en 1541), Crónica
de Castilla o de
los reyes de Castilla (s. XIV) y Cuarta crónica general (1460).
También tenía personalidad propia la Crónica
general manuelina perdida, que don Juan Manuel sumarió
en su Crónica abreviada (1320-1325) creyendo que resumía la obra auténtica de su
tío. Y por último, la Cronica de 1404, escrita en gallego.
Fruto de esa clasificación fue la edición completa de la llamada
Primera crónica, para la que Menéndez Pidal tomó por base los dos
manuscritos escurialenses que creyó del scriptorium
real y parte de un mismo volumen, E1 y E2 (Y-I-2
y X-I-4). Esa edición se completó posteriormente con la adición de algunas
variantes y una pormenorizada enumeración de fuentes.
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