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ENSAYO SOBRE LA EDUCACIÓN EN ESPAÑA (José María Blanco White)

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Ensayo 1º sobre la Educación, en España

Las desgraciadas circunstancias en que ha estado la nación española en ambos hemisferios han sido causa del manifiesto atraso en que se halla al presente, respecto de otros pueblos que no le exceden en buenas disposiciones naturales. Tan inútil sería el empeño de disimular este atraso como estéril el declamar contra su origen. Supuesto, pues, que algunos obstáculos que impedían la extensión de las luces en España se hallan deshechos, lo que exigen sus circunstancias presentes es actividad y tino en resarcir lo perdido.

No hay cosa más fácil que formar un plan de educación nacional que aparezca un prodigio en el papel. Tómese un árbol enciclopédico; síganse todas sus divisiones y subdivisiones, y asígnese a cada ciencia una escuela; pídase un maestro consumado para cada una: laboratorios, máquinas, gabinetes de historia natural, jardines botánicos, expediciones científicas. Todo lo encuentra hecho el proyectista: el plan es magnífico y perfecto; si luego no se ejecuta, si todo se reduce a un sueño al tratar de ponerlo en práctica, el autor lava sus manos en este punto, y la culpa recae sobre los ejecutores.

Pocos planes de educación nacional pueden discurrirse más grandiosos y perfectos, en teoría, que el de las Escuelas Centrales de Francia, hecho y ejecutado durante la revolución. Edificios magníficos, monasterios y palacios se vieron convertidos en escuelas públicas, con librerías riquísimas, jardines botánicos, y museos. Mas bien pronto apareció la inutilidad práctica de todo esto. Los habilísimos profesores que habían sido nombrados para las diversas cátedras se hallaron solos en los salones de sus escuelas. Lo único que ha quedado de todos los planes de enseñanza de aquellos tiempos de innovación y empresa son las lecciones de las Escuelas Normales: monumento literario que prueba que no basta que una nación tenga hombres sabios que poner al frente de los establecimientos de educación, ni que éstos estén planteados del modo al parecer más perfecto, para que produzcan el resultado apetecido. Las circunstancias locales, los hábitos y preocupaciones de la nación, el estado de su industria, riqueza, y comodidad de sus habitantes, deben entrar en el cálculo de los que traten de formar planes para su adelantamiento. A no ser así, los planes saldrán absolutamente vanos, acaso por razón de que son demasiado perfectos.

El defecto capital de los planes franceses fue querer formar instituciones absolutamente nuevas sin contar para nada con las que habían existido en Francia por siglos. En España se han cometido yerros de dos clases en materia de estudios públicos. Siempre que se ha tratado de reforma, las miras del gobierno se han limitado a variar el método de estudios de las universidades; y cuando se han querido formar establecimientos independientes de ellas, ha sido de una manera tan inconexa de con el plan general, y el estado del saber de la nación, que no han podido tener efecto alguno sino en un corto número de individuos. Tales eran los establecimientos científicos de Madrid, a excepción de los estudios reales de San Isidro de que hablaré en otra parte. De poco servía a la nación el que hubiera en su capital un gran jardín botánico, una famosa cátedra de química y otras escuelas de este género. Verdad es que, entre los pocos individuos que podían frecuentarlas, han salido algunos hombres célebres en el mundo científico; pero la celebridad de sus nombres sirve de lo mismo que los establecimientos a que la debieron: de una especie de gala que se saca a luz siempre que queremos encubrir nuestra interior desnudez y pobreza.

El plan de educación nacional que necesitan los pueblos españoles se me figura que debiera formarse al modo que el de una persona de edad crecida que por ignorancia o descuido de sus tutores se hallase ajena de la instrucción necesaria y conveniente a los de su clase. A mi entender, el plan que reuniese mayor número de conocimientos usuales, con la mayor economía de tiempo y trabajo, sería el mejor imaginable. Hecho esto, el tiempo y el estudio lo harían eminente en ramos más sublimes. Del mismo modo, el plan de educación que extienda más y en menos tiempo, por la masa de la nación española, los conocimientos de inmediata utilidad sería el más apetecible; sin que por atender a esta parte usual y doméstica, por decirlo así, del saber, se descuidasen los medios de preparar al terreno para que, en su sazón, produzca los exquisitos frutos que pueden esperarse de su fertilidad e innata riqueza.

Procediendo sobre esta base, sígnese que formemos el bosquejo de un plan que tenga las condiciones propuestas. Para esto, es preciso considerar los diversos géneros de instrucción que convienen a las varias clases que componen el Estado. Inútil sería advertir que no se trata aquí del saber qué requieren las diversas ocupaciones y artes en que se emplea la clase trabajadora. Fuera de esto, el plan de educación nacional debe abrazar desde las primeras letras, hasta lo más sublime de las diversas ciencias en que se dividen los conocimientos humanos. Mas para determinar el modo con que esta multitud de objetos deben entrar en las atenciones del gobierno, cómo y en qué grado es de su cargo promover el estudio de los varios ramos, y proporcionar los medios de que se adelante en ellos, es indispensable considerarlos en sus relaciones con la sociedad, en general, y cuanto nos sea posible con las de la nación española en sus actuales circunstancias.

La instrucción o disciplina mental considerada en sus relaciones más generales con las ventajas de la sociedad, que son de la incumbencia del gobierno, se puede dividir en:

1º Educación para mejora y utilidad de las clases que se emplean en trabajo puramente corporal.

2º Educación para las clases que se emplean en artes que, aunque en la práctica sean mecánicas, suponen ciertos conocimientos científicos, y derivan su perfección de ellos.

3º Educación de las clases que sólo necesitan de instrucción para su cultura y adorno.

4º Educación de los que se dedican exclusivamente al estudio; o hacen de alguna ciencia su profesión y empleo. En estos cuatro capítulos procuraré exponer las reflexiones que se me ocurren sobre la educación nacional española, y el siguiente artículo comprenderá las que pertenecen a la división primera, dejando las demás para otros números.


José María Blanco White



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