PROLOGO
TITULO este libro con el
nombre de los antiguos cantores errantes que recorrían nuestras campañas
trovando romances y endechas, porque fueron ellos los personajes más
significativos en la formación de nuestra raza. Tal cual ha pasado en todas las
otras del tronco grecolatino, aquel fenómeno inicióse también aquí con una obra
de belleza. Y de este modo fue su agente primordial la poesía, que al inventar
un nuevo lenguaje para la expresión de la nueva entidad espiritual constituida
por el alma de la raza en formación, echó el fundamento diferencial de la
patria. Pues siendo la patria un ser animado, el alma o ánima es en ella lo principal. Por otra parte, la diferencia
característica llamada personalidad, consiste para los seres animados, en la
peculiaridad de su animación que es la síntesis activa de su vida completa:
fenómeno que entre los seres humanos (y la patria es una entidad humana) tiene
a la palabra por su más perfecta expresión. Por esto elegí simbólicamente para
mi título, una voz que nos pertenece completa, y al mismo tiempo define la
noble función de aquellos rústicos cantores.
Conviene, no obstante,
advertir que la creación del idioma por ellos iniciada, consistió esencialmente
en el hallazgo de nuevos modos de expresión; pues voces peculiares inventaron
muy pocas, según se verá por la misma etimología de payada y de payador que
establezco más abajo. Lo que empezó así a formarse fue otro castellano, tal
como este idioma resultó al principio otro latín: y ello por agencia, también,
de los poetas populares.
Aquella obra espontánea
culminó por último en un poema épico, cual sucede con todo fenómeno de esta
clase, siempre que él comporta el éxito de un nuevo ser llamado a la
existencia. De suerte que estudiarlo en dicha obra, es lo mismo que determinar
por la flor el género y la especie de una planta. He aquí por qué nuestro Martín Fierro es,el objeto capital de
este libro. Cuando un primordial mito helénico atribuía al son de la lira del
aeda el poder de crear ciudades, era que con ello simbolizaba esta
característica de nuestra civilización.
El objeto de este libro
es, pues, definir bajo el mencionado aspecto la poesía épica, demostrar que
nuestro Martín Fierro pertenece
a ella, estudiarlo como tal, determinar simultáneamente, por la naturaleza de sus
elementos, la formación de la raza, y con ello formular, por último, el secreto
de su destino.
Designio tan importante,
requería una considerable extensión que he subdividido en tres partes completas
cada cual a su vez. La primera queda indicada; la segunda será un léxico
razonado del lenguaje gaucho en que está el poema compuesto; la tercera, el
poema mismo comentado con notas ilustrativas de su sentido cuando éste resulte
desusado o dudoso. Así intento coronar —sin que ello importe abandonarla, por cierto—
la obra particularmente argentina que doce años ha empecé con El Imperio jesuítico y La Guerra Gaucha; siéndome
particularmente grato que esto ocurra en conmemorativa simultaneidad con el
centenario de la independencia.
A dicho último fin,
trabajé la mayor parte de este libro hallándome ausente de la patria; lo cual
había exaltado, como suele ocurrir, mi amor hacia ella. Esto explicará ciertas
expresiones nostálgicas que no he querido modificar porque no disuenan con el
tono general de la obra. He decidido lo propio respecto a ciertas comparaciones
que la guerra actual ha tornado insuficientes o anticuadas, para no turbar con
su horrenda mención nuestro glorioso objeto. Y nada más tengo que advertir.
Un recuerdo, sí, es
necesario. Algunos de los capítulos que siguen son conocidos en parte por las
lecturas que hice tres años ha en el Odeón. Otros de entre los más importantes,
son enteramente inéditos. Aquel anticipo fragmentario, que según lo dije ha
tiempo, no comprendía sino trozos descriptivos, motivó, sin embargo, críticas
de conjunto, adversas generalmente a la obra. He aquí la ocasión de
ratificarlas con entereza o de corregirlas con lealtad. Pues, a buen seguro,
aquel afán era tan alto como mis propósitos.
De estar a los autos,
había delinquido yo contra la cultura, trayendo a la metrópoli descaracterizada
como una nueva Salónica, esa enérgica evocación de la patria que afectaba
desdeñar, en voltario regodeo con políticos de nacionalidad equívoca o
renegada. La plebe ultramarina, que a semejanza de los mendigos ingratos, nos
armaba escándalo en el zaguán, desató contra mí al instante sus cómplices
mulatos y sus sectarios mestizos.
Solemnes, tremebundos, inmunes con la representación parlamentaria, así se
vinieron. La ralea mayoritaria paladeó un instante el quimérico pregusto de
manchar un escritor a quien nunca habían tentado las lujurias del sufragio
universal. ¡Interesante momento!
Los pulcros
universitarios que, por la misma época, motejáronme de inculto, a fuer de literatos
y puristas, no supieron apreciar la diferencia entre el gaucho viril, sin amo
en su pampa, y la triste chusma de la ciudad, cuya libertad consiste en elegir
sus propios amos; de igual modo que tampoco entendieron la poesía épica de Martín Fierro, superior, como se
verá, al purismo y a la literatura.
Por lo demás, defiéndame
en la ocasión lo que hago y no lo que digo. Las coplas de mi gaucho, no me han
impedido traducir a Homero y comentarlo ante el público cuya aprobación en
ambos casos demuestra una cultura ciertamente
superior. Y esta flexibilidad, sí que es cosa bien argentina.
ADVERTENCIA ETIMOLOGICA
Las
voces PAYADOR
y PAYADA que significan, respectivamente, trovador y
tensión1 proceden de la lengua provenzal, como debía esperarse, al
ser ella, por excelencia, la "lengua de los trovadores"; y ambas
formáronse, conforme se verá, por concurrencia de acepciones semejantes.
En
portugués existe la voz PALHADA
que significa charla, paparrucha, y
que forma el verbo PALHETEAR,
bromear. En italiano BAJA y BAJATA, dicen broma, burla, chanza, lo propio que BAJUCA y BAJUGÓLA, más distintas de nuestra PAYADA, en su conjunto, pero idénticas por la raíz. Iguales acepciones encierra
la voz romana BAJÓCURA; y BALE,
en la misma lengua, es el plural de
charlatán. El verbo francés BAILLER tiene análogo significado en las frases familiares LA BAILLER
BONNE, LA BAILLER BELLE. BAGATELA es
un diminutivo italiano de la misma familia, pasado a nuestro idioma donde no
cuenta, en mi entender, sino con un miembro: BAYA, que significa burla o mofa. En esta voz
aparece ya la Y que nos da la
pronunciación de la LH portuguesa
en PALHADA y de la J italiana en BAJA.
Todas
estas voces proceden del griego PAIZO, juego
infantil, que viene a su vez de PEZ, PEDOS, niño en la misma lengua. El bajo griego suminístranos, al respecto,
vínculos precisos en las voces BAGIA y BAIA, nodriza; BACILOS
y BAIOILOS, maestro primario. Ellas pasaron al bajo latín,
revistiendo las formas BAIULA y
BA JULOS respectivamente. PAIOLA
era también puérpera en la baja
latinidad.
El
provenzal, aplicando a estas formas, por analogía fonética, él verbo latino BAJULARE, cargar, formó no menos de quince voces
análogas, y significativas todas ellas de los actos de llevar, mecer, cunear y
adormir a
los niños. Pero, el vocablo de la misma lengua que resume todas las acepciones
enunciadas para los idiomas pseudoclásicos y romanos, es BAJAULA, bromear, burlar: en ''romance primitivo,
BAJAULO.
A
este significado, asimilóse luego él de BAILE, bajo
sus formas primitivas BAL, BALE, BAIL, BALL; con tanto mayor razón, cuanto que en la acepción originaria
denunciada por aquellas formas, era juego de pelota. La idea de diversión
pueril, eomún a ambas voces, fácilmente las refundió en el sinónimo BAL que significó baile y composición poética:
de donde procedió BALADA, O sea,
precisamente, un canto de trovador cuya semejanza fonética con PALHADA,
PAYADA, es muy estrecha.
Los
trovadores solían llamarse a sí mismos PREYADORES: literalmente rogadores o rezadores de sus damas; y esta voz concurrió,
sin duda, con fuerza predominante, a la formación del derivado activo de
payada, payador. PREYADORES procedía
del verbo provenzal PREYAR, que
es el latino PRECARI cuya
fonética transitiva está en el italiano PREGARE, especialmente bajo el modo poético PRIEGO. Hubo también una forma PRAYAR que supone el derivado PRAYÁDOR, *robustecido todavía por BALADA y PALHADA. Payador quiere decir, pues, trovador en los mejores sentidos.
Leopoldo Lugones
El payador
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