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La vía de negación indeterminada es el camino para experimentar el límite. Este camino supone la desposesión continua de cualquier espesor de la materia para llegar a la pobreza o precariedad donde se manifieste el dios. Es un camino progresivo de perfección para adentrarse cada vez más en el origen y llegar al conocimiento del ser, es decir, de su respiración, el hálito. Esta progresión supone experimentar el límite. La experiencia del límite para Valente consiste en alcanzar el confín insuperable de la verdad, que encierra el todo, aposento del espíritu, dentro del cual el yo poemático va superando límites hasta donde puede llegar y en estos límites posibles va teniendo noticia del ser que se manifiesta en cada amanecer y crea nuevos porvenires. Como ya dijimos para Valente el espíritu es la metáfora de la infinitud de la materia.
Para Valente «al igual que en el místico, hay en el poeta una experiencia interior que se realiza en los límites del lenguaje [...] La palabra esencialmente “experimental”, portadora de experiencias radicales, es también una invitación a la experiencia posible, pues es a la vez experiencia de los límites y destrucción o apertura infinita de éstos»2. Este movimiento de destrucción y de apertura de los límites en el que la palabra empieza a formarse, se reinicia, ahora, sobre un territorio irreal. La materia informe, que este movimiento moviliza, procede de la victoria fugaz de la muerte en el límite. Triunfo de la muerte por lo que se lleva de desnudez en la destrucción y por el silencio o la nada que emerge. En este sentido dice Valente: «Yo creo que la palabra se forma cuando se hace el silencio y lo que estamos llamando palabra poética es necesario que entre en un producto de un largo silencio, de una larga espera, de una larga noche. Y la palabra noche la utilizo en el sentido de san Juan de la Cruz, es decir, yo creo que para que esa palabra poética brote o nazca es necesario hacer la noche del sentido. Y de ese silencio sería cosa imposible hablar porque, en efecto, es un silencio que no puede ser nominado»3. Y al final de este amanecer irreal se halla la voz «precipitada o retraída, [...] natural. La voz es su propio sentido»: «– Lázaro,/ven fuera». Y esta voz «que sube descendiendo, que dura milagrosamente suspendida sobre su propio punto de extinción» es el
-------Animal de la noche,
sierpe, ven, da forma
a todo lo borrado.
Valente inaugura el lenguaje resurrecto por la palabra. La palabra es el «lugar mediador, cuyo espíritu ya nunca abandonará al poeta; lugar que es escala por la que se puede subir a lo alto o descender de lo alto». Este lenguaje dará forma a todo lo borrado porque la forma se cumple sólo en el descondicionamiento radical de la palabra.
Este cuerpo4 asciende en la mirada circular, real y originaria de Lázaro. Valente asemeja esta mirada a la mirada única del ángel andrógino de la melancolía porque emerge desde la raíz del mismo sueño originario, que proyecta la experiencia de la unidad en el origen. Pero la unidad no se completa nunca, de ahí la «melancolía», porque esta mirada profundiza en el fondo blanco y su latitud infinita se proyecta sobre un paisaje también en blanco. La materia en blanco del fondo se cerca por el silencio y, a ambos lados del cerco, el blanco interior. En este recinto, los contornos lo circunscriben a su soledad esencial: la ausencia, esto es, lo blanco. Este cercamiento configura lo representado: la presencia óntica del blanco creador que en su horizonte posa el vacío esencial de la figura solitaria o de la semilla, de la palabra plena o matriz. Y en este fondo de lo pleno se halla el enigma de la nada o del ser. Para Valente la «función del silencio la ocupan otros elementos, como en toda la cerámica china sería la función del color blanco, que, además, es un no color, y que por eso representa un vacío esencial sobre el que la figura puede recomponerse y hacerse visible»5.
Cómo no hallar
alrededor de la palabra única
lo blanco.
Fénix, rama, raíz, dragón, figura.
El fondo es blanco.
Toda esta materia infinita del fondo conforma el pensamiento y el conocimiento del fondo que asciende, en el instante fugaz pero eterno de su manifestación, como visión creadora de la realidad irreal.
"La poética de José Ángel Valente"
Completo estudio sobre el poeta
de María Ángeles Lacalle Ciorda
(Edición Gobierno de Navarra)
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2. Milagros POLO, «Valente: “El arte postmoderno está en formación”», op. cit., p. III.
3. Entrevista en TVE, Encuentros con las Letras, núm. 223.
4. Llamamos «cuerpo» a la materia borrada por la muerte. En otros momentos le llamaremos yo poemático.
Se trata de una materia heterogénea que busca la unidad con el espíritu.
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