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ENSAYO POLÍTICO SOBRE EL REINO DE LA NUEVA ESPAÑA (Alexander von Humboldt)

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LIBRO PRIMERO.

Consideraciones generales acerca de la extensión y el aspecto físico del reino de la Nueva España. Influenciá de la configuración del suelo en el clima, Agricultura, Comercio y en la defensa militar del país.

CAPÍTULO PRIMERO
Extensión de las posesiones españolas en América.- Comparación de estas posesiones con las colonias inglesas y con la parte asiática del imperio ruso.- Nombres de Nueva España y de Anáhuac.- Límite del imperio de los reyes aztecas.
Las posesiones españolas del Nuevo Continente ocupan la extensión de territorio comprendida entre los 41° 43' de latitud S. y los 37° 48' de latitud N.
Este espacio de 79 grados y medio es igual en largo a toda el Africa y sobrepasa en anchura al imperio ruso, el cual comprende 167° de longitud en un paralelo cuyos grados son la mitad de los grados del ecuador.
El punto más austral del Nuevo Continente habitado por los españoles es el fuerte Maullin, cerca del pueblo de Carelmapu, en las costas de Chile, enfrente del extremo septentrional de la isla de Chiloé. El punto más septentrional de las colonias españolas es la misión de San Francisco, en las costas de la Nueva California. Por consiguiente, la lengua española se halla extendida en un espacio de más de 1,900 leguas de largo.
Bajo la sabia administración del conde de Floridablanca se estableció una comunicación regular de correos desde el Paraguay hasta la costa noroeste de la América septentrional. Los dominios de España en América son el doble de la superficie de los Estados Unidos, desde el océano Atlántico hasta el Pacífico; cuatro veces mayores que la superficie de todo el imperio británico en la India, y una cuarta parte menos extensos que la Rusia Asiática o que la semisuperficie de la luna.
Me ha parecido que sería interesante construir una gráfica que indicase estas diferencias. Esta lámina por sí sola puede dar motivo a consideraciones importantes de parte de los que tienen que velar por la dicha y la tranquilidad de las colonias.
Las posesiones españolas en América se dividen en nueve grandes gobiernos que pueden considerarse como independientes unos de otros. Cinco de ellos, a saber, los virreinatos del Perú y de la Nueva Granada, y las capitanías generales de Guatemala, Puerto Rico y Caracas, están comprendidos en la zona tórrida. Los otros cuatro, esto es, los virreinatos de México y de Buenos Aires, la capitanía general de Chile, y la de La Habana, en la que se comprenden las Floridas, están en su mayor parte fuera de los trópicos, o sea en la zona templada.
Entre estas colonias, México ocupa actualmente el primer lugar, tanto por sus riquezas territoriales como por lo favorable de su posición para el comercio con Europa y Asia.
Considerando la gran población del reino de México, el número de ciudades considerables que están cerca unas de otras, el enorme valor del beneficio de los metales, y el estado de poca cultura que se observa en el resto de la América española, queda justificada la preferencia que la corte de Madrid da, mucho tiempo hace, a México sobre las demás colonias.
El nombre de Nueva España se dió al principio, en 1518, sólo a la provincia de Yucatán, por Grijalva y sus compañeros.
Cortés, en su primera carta a Carlos V, en 1520, extiende ya esa denominación a todo el imperio de Moctezuma. Pero este imperio sólo comprendía las intendencias de Veracruz, Oaxaca, Puebla, México y Valladolid. Sus límites en las costas orientales eran los ríos de Coatzacoalcos y de Tuxpan, y hacia las occidentales, las llanuras de Soconusco y el puerto de Zacatula. Creo que se puede valuar su superficie en dieciocho o veinte mil leguas cuadradas. La denominación de Anáhuac no debe confundirse con la de Nueva España.
Además del imperio azteca, las Repúblicas de Tlaxcallan y de Cholollan, el reino de Tezcuco (a Acolhoacán) y el de Mechuacán pertenecían al antiguo Anáhuac. España es cinco veces más pequeña que el reino de México, y puede calcularse que en menos de un siglo, la población de éste igualará a la de la metrópoli.
La de los Estados Unidos crece con rapidez mucho mayor; pero no comprende, como la población mexicana, cerca de dos millones y medio de aborígenes. Estos indios, embrutecidos por el despotismo de los antiguos soberanos aztecas y por las vejaciones de los primeros conquistadores, aunque protegidos por las leyes españolas, en general sabias y humanas, gozan, sin embargo, muy poco de esta protección a causa de la grande lejanía de la autoridad suprema.
El reino de Nueva España tiene una ventaja notable sobre los Estados-Unidos, y es que el número de los esclavos, así africanos como de raza mixta, es casi nulo; ventaja que los colonos europeos no empiezan á apreciar en lo que vale sino después de los trágicos sucesos de la revolución de Santo Domingo: tan verdad es que el temor de los males físicos obra con más fuerza que las consideraciones morales, sobre los verdaderos intereses de la sociedad ó los principios de filantropía y de justicia tantas veces reclamados en el parlamento, en la asamblea constituyente, y en las obras de los filósofos!



El número de los esclavos africanos, en los Estados-Unidos, pasa de un millón, que es la sexta parte de toda su población. Los estados meridionales, cuya influencia política ha llegado á ser mayor después de la adquisición de la Luisiana, han aumentado inconsideradamente el número de los esclavos. Al fin por un decreto nacional, no menos fundado en la justicia que en la prudencia, se ha abolido el comercio de negros; y lo hubiera sido mucho tiempo antes si la ley hubiese permitido al presidente de los Estados Unidos (magistrado1 cuyo nombre es amado de los verdaderos amigos de la humanidad) el oponerse á la introducción de los esclavos, y ahorrar por este medio grandes desgracias á las generaciones futuras.



Alexander von Humboldt
Ensayo sobre el Reino de la Nueva España,
1811

El texto recoje dos traducciones/versiones:
la de Biblioteca Virtual Antorcha
y (los dos últimos párrafos) la de
Vicente González Arnao

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NOTA
1 Tomas Jefferson Autor del excelente Ensayo sobre la Virginia

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Obra completa
También una amplia síntesis en
Biblioteca Virtual Antorcha
  






Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander Freiherr von Humboldt (Berlín, 1769-id., 1859) Naturalista y explorador alemán. Recibió una excelente educación en el castillo de Tegel y se formó intelectualmente en Berlín, Frankfurt del Oder y en la Universidad de Gotinga. Apasionado por la botánica, la geología y la mineralogía, tras estudiar en la Escuela de Minas de Freiberg y trabajar en un departamento minero del gobierno prusiano, en 1799 recibió permiso para embarcarse rumbo a las colonias españolas de América del Sur y Centroamérica.
Acompañado por el botánico francés Aimé Bonpland, con quien ya había realizado un viaje a España, recorrió casi diez mil kilómetros en tres grandes etapas continentales. Las dos primeras en Sudamérica, desde Caracas hasta las fuentes del Orinoco y desde Bogotá a Quito por la región andina, y la tercera por las colonias españolas en México.
Como resultado de su esfuerzo, logró acopiar cantidades ingentes de datos sobre el clima, la flora y la fauna de la zona, así como determinar longitudes y latitudes, medidas del campo magnético terrestre y unas completas estadísticas de las condiciones sociales y económicas que se daban en las colonias mexicanas de España. Entre 1804 y 1827 se estableció en París, donde se dedicó a la recopilación, ordenación y publicación del material recogido en su expedición, contenido todo él en treinta volúmenes que llevan por título Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente.
De entre los hallazgos científicos derivados de sus expediciones cabe citar el estudio de la corriente oceánica de la costa oeste de Sudamérica que durante mucho tiempo llevó su nombre, un novedoso sistema de representación climatológica en forma de isobaras e isotermas, los estudios comparativos entre condiciones climáticas y ecológicas y, sobre todo, sus conclusiones sobre el vulcanismo y su relación con la evolución de la corteza terrestre.
En 1827 regresó a Berlín, donde desempeñó un destacado papel en la recuperación de la comunidad académica y científica alemana, maltratada tras décadas de conflicto bélico. Fue nombrado chambelán del rey y se convirtió en uno de sus principales consejeros, por lo que realizó numerosas misiones diplomáticas. En 1829, por encargo del zar, efectuó un viaje por la Rusia asiática, en el curso del cual visitó Dzhungaria y el Altai.
Durante los últimos veinticinco años de su vida, se concentró principalmente en la redacción de Cosmos, monumental visión global de la estructura del universo, de la que en vida vio publicados cuatro volúmenes. Humboldt está considerado como uno de los últimos grandes ilustrados, con una vasta cultura enciclopédica, cuya obra abarcaba campos tan dispares como los de las ciencias naturales, la geografía, la geología y la física.

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