J. López |
Ví lavandas sumergidas en un cuenco de llanto y la visión ardió en mí.
Más allá de la lluvia ví serpientes enfermas -bellas en sus úlceras
transparentes-, frutos amenazados por espinas y sombras, hierbas
excitadas por el rocío. Ví un ruiseñor agonizante y su garganta llena
de luz.
Estoy soñando la existencia y es un jardín torturado. Ante mí pasan
madres encanecidas en el vértigo.
Mi pensamiento es anterior a la eternidad pero no hay eternidad.
He gastado mi juventud ante una tumba vacía, me he extenuado
en preguntas que aún percuten en mí como un caballo que galopase
tristemente en la memoria.
Aún giro dentro de mí mismo aunque sé que voy a caer en el frío
de mi propio corazón.
Así es la vejez: claridad sin descanso.
Antonio Gamoneda
Vi lavandas sumergidas
Selección de poemas
de Antonio Gamoneda
en Balconcillos
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