Foto: Archivo Barricada |
“La predisposición a la creencia religiosa
es la fuerza más poderosa y compleja
de la mente humana
y con toda probabilidad
una parte inseparable de la naturaleza humana”
(E. O. Wilson)
“Si el sentimiento religioso está tan extendido
eso quiere decir que,
al menos en cierto momento,
tuvo que conferir ciertas ventajas selectivas
en la evolución de la línea humana”
(I. Christen)
La religión goza de buena salud si por ello se entiende la aparición de libros a favor o en contra de la existencia de Dios, slogans en el mismo sentido que utilizan cualquier medio publicitario o las interminables discusiones sobre el tema, teñidas, la mayor parte de las veces, de una insoportable emotividad fanática. Si a esto añadimos las guerras, conquistas, invasiones o la justificación de la política en nombre de Dios, no hay más remedio que conceder que la religión, contra lo que pensó tanto espíritu ilustrado, se mantiene firme sin la menor indicación de desfallecimiento. “El gen de Dios”, por usar la extravagante expresión, luego convertida en libro por D. Hammer (1), sigue activo. Y según el Word Christianity Enciclopedy, en la actualidad se contabilizarían 10.000 religiones, el doble de las lenguas que se hablan en el mundo. Si lo expuesto es cierto, y parece difícil negarlo, lo lógico es que se investigue tal hecho como algo realmente importante. Una de las formas de estudiarlo lo constituye la rama filosófica que recibe el nombre de Filosofía de la Religión; o, lo que es lo mismo, la reflexión que desde la filosofía se hace de un importante fragmento de la actividad humana, in casu, la religión.
Paradójicamente, la Filosofía de la Religión no goza de tanta salud sino que, rodeada de sospechas, trata, con dificultad, de remontar el vuelo. Las causas de esta desproporción son varias. Una de tales causas es que huele aún demasiado a teología. Sería como un retoño de ésta, el último producto secularizado de nuestra religión. Cuando ilustrados y románticos cambian de acera y se pasan de Dios a la religión, ésta continúa en manos o de la mano de demasiados teólogos. Por otro lado, las discusiones que desde Celso (2,) hasta el biólogo R. Dawkins, por poner un ejemplo actual, han tenido y tienen lugar se suelen reducir a lo que en nuestros días se llama Teología Filosófica. Se polemiza, por ejemplo, sobre la existencia de Dios, sus atributos o la inmortalidad del alma. Pero, dejando de lado que se trata de una tradición añeja, que constituye un aspecto importante de nuestra cultura, la Teología Filosófica no es Filosofía de la Religión. Porque ésta, lo veremos enseguida, es una investigación que cartografía las creencias religiosas. Y, cosa decisiva, es trasversal a todas las creencias, más allá de la que a nosotros nos envuelve. Un último reparo a la Filosofía de la Religión procedería de aquellos que, al despreocuparse de la religión, consideran inútil cultivarla, ya que sería una pérdida de tiempo, una especie de jeroglífico académico que ni siquiera combate el aburrimiento; y, para colmo, se sitúa lejos de los excitantes problemas del mundo de todos los días. La FR, en suma, o huele a sotana o se empeña en introducirse en una lógica entre divertida e inservible o, sencillamente, poco nos dice sobre nuestras vidas. Pienso, por mi parte, que las objeciones en modo alguno anulan el interés que debemos mostrar por la FR. La articulación de la FR no solo es una tarea académica sino que posibilita, como pocas otras materias, entendernos y, así, andar con paso más firme por esta tierra; sin olvidar que de esta manera llegamos a una de las raíces del Homo Sapiens (incluido el Neanderthal), arrebatamos la religión a los clérigos y arrojamos luz sobre un depurado laicismo. Para mostrar que todo esto es así, lo que haremos, paso a paso, es desarrollar cómo tendría que estudiarse y enseñarse la FR.
Bajo Palabra. Revista de Filosofía
Universidad Autónoma de Madrid
2009
SEMINARIO VIRTUAL DE FILOSOFIA JAVIER SÁDABA
(Extracto)
(Extracto)
NOTAS
___________1 En realidad habla de trece genes relacionados con el lóbulo temporal. La verdad es que no se le ha tomado muy en serio.
2 Por remitirnos a uno de los primeros filósofos que se opusieron al nacimiento del judeocristianismo, cuya obra, Alethes Logos, sólo conocemos por la réplica de Orígenes ya que sus escritos fueron destruidos._____________
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pinchando aquí ("Bajo palabra", Revista de Filosofía de la UAM)
JAVIER SÁDABA
Francisco Javier Sádaba Garay es un filósofo español. Nació en noviembre de 1940 en Portugalete (Vizcaya). Se licenció en Filosofía y Letras (sección filosofía) por la Universidad Pontificia de Salamanca. También es licenciado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma y en Filosofía y Letras (sección filosofía) por la Universidad Complutense de Madrid. Es Doctor en Filosofía y Letras (sección filosofía), por la Universidad Autónoma de Madrid, universidad por la que consiguió el premio extraordinario a su doctorado por la tesis titulada: El concepto de filosofía en Ludwing Wttgenstein y su aplicación al lenguaje religioso.
Ha sido profesor en diferentes universidades del mundo. Actualmente ejerce como Catedrático de Ética y Filosofía de la Religión en la Universidad Autónoma de Madrid y es miembro del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona. Ha trabajado también en Filosofía de la Religión y Filosofía Lingüística, temáticas en las que se destacan sus aportaciones al campo de la bioética.
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