Los poseídos entre lilas
-
II
II
-
Si viera un perro muerto me moriría de orfandad pensando en las caricias que recibió.
Los perros son como la muerte: quieren huesos. Los perros comen huesos.
En cuanto a la muerte, sin duda se entretiene tallándolos en forma de lapiceras, de cucharitas,
de cortapapeles, de tenedores, de ceniceros. Sí, la muerte talla huesos en tanto el silencio
es de oro y la palabra de plata.
Sí, lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario.
-
Restos. Para nosotros quedan los huesos de los animales y de los hombres.
Donde una vez un muchacho y una chica hacían el amor,
hay cenizas y manchas de sangre y pedacitos de uñas y rizos púbicos y una vela doblegada que usaron con
fines oscuros y manchas de esperma sobre el lodo y cabezas de gallo y una casa derruida dibujada
en la arena y trozos de papeles perfumados que fueron cartas de amor y la rota bola de vidrio de una vidente y lilas
marchitas y cabezas cortadas sobre almohadas como almas impotentes entre los asfódelos
y tablas resquebrajadas y zapatos viejos y vestidos en el fango y gatos enfermos y ojos incrustados
en una mano que se desliza hacia el silencio y manos con sortijas y espuma negra que salpica
a un espejo que nada refleja y una niña que durmiendo asfixia a su paloma preferida y pepitas de oro negro
resonantes como gitanos de duelo tocando sus violines a orillas del mar Muerto y un corazón que late
para engañar y una rosa que se abre para traicionar y un niño llorando frente a un cuervo que grazna,
y la inspiradora se enmascara para ejecutar una melodía que nadie entiende bajo una lluvia que calma mi mal.
Nadie nos oye, por eso emitimos ruegos, pero ¡mira! el gitano más joven está decapitando con sus ojos de serrucho
a la niña de la paloma.
-
-
Alejandra Pizarnik
Los poseídos entre lilas
El infierno musical
____________
De Balconcillos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.