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163 »En la su triste fadada partida
muchas señales que los marineros
han por auspiçios e malos agüeros
fueron mostradas negar su venida;
las quales veyendo, con boz dolorida,
el cauto maestro de toda su flota
al conde amonesta del mal que denota,
por que la vía fuesse resistida.
164 »'Ca he visto', dize, 'señor, nuevos yerros
la noche passada fazer las planetas;
con crines tendidas arder las cometas,
e dar nueva lumbre las armas e fierros,
gridar sin ferida los canes e perros,
triste presagio fazer de peleas
las aves noturnas e las funereas
por los collados, alturas e çerros.
165 »'Vi que las gúminas gruesas quebravan
quando las áncoras quis levantar;
vi las entenas por medio quebrar,
aunque los cárbasos no desplegavan;
los másteles fuertes en calma temblavan;
los flacos triquetes con la su mezana
vi levantarse de non buena gana
quando los vientos se no conbidavan.
166 »'En la partida del resto troyano
de aquella Cartago del bírseo muro,
el voto prudente del buen Palinuro
toda la flota loó de más sano,
tanto que quiso el rey muy humano,
quando lo vido, pasado Acheronte
con Leucaspis açerca de Oronte,
en el Averno tocarle la mano.
167 »'Ya pues, si deve en este grant lago
guiarse la flota por dicho del sage,
vos dexaredes aqueste vïage
fasta ver día non tan azïago;
las deidades levar por falago
devedes, veyendo señal de tal plaga;
non dedes causa a Gibraltar que faga
en sangre de reyes dos vezes estrago'.
168 »El conde, que nunca de las abusiones
creyera, nin menos de tales señales,
dixo: 'Non pruevo por muy naturales,
maestro, ninguna de aquestas razones;
las que me dizes nin bien perfecçiones
nin veras prenósticas son de verdat,
nin los indiçios de la tempestad
non veemos fuera de sus opiniones.
169 »'Aun si yo viera la mestrua luna
con cuernos escuros mostrarse fuscada,
muy rubicunda o muy colorada,
creyera que vientos nos diera Fortuna;
si Febo, dexada la delia cuna,
ígneo viéramos o turbolento,
temiera yo pluvia con fuerça de viento:
en otra manera non sé que repuna.
170 »'Nin veo tampoco que vientos delgados
muevan los ramos de nuestra montaña,
nin fieren las ondas con su nueva saña
la playa con golpes más demasiados;
nin veo dalfines de fuera mostrados,
nin los merinos bolar a lo seco,
nin los caístros fazer nuevo trueco,
dexar las lagunas por ir a los prados.
171 »'Nin baten las alas ya los alçïones,
nin tientan jugando de se roçiar,
los quales amansan la furia del mar
con sus cantares e lánguidos sones,
e dan a sus fijos contrarias sazones,
nido en invierno con grande pruína,
do puestos, açerca la costa marina
en un semilunio les dan perfeçiones.
172 »'Nin la corneja non anda señera
por el arena seca paseando,
con su cabeça su cuerpo bañando
por ocupar el agua venidera;
nin buela la garça por alta manera,
nin sale la fúlica de la marina
contra los prados, nin va, nin declina
como en los tiempos adversos fiziera.
173 »'Desplega las velas, pues, ¿ya qué tardamos?
e los de los bancos levanten los remos,
a bueltas del viento mejor que perdemos;
non los agüeros, los fechos sigamos,
pues una empresa tan santa levamos
que más non podría ser otra ninguna;
presuma de vos e de mí la Fortuna
non que nos fuerça, mas que la forçamos'.
174 »Tales palabras el conde dezía
que obedesçieron el su mandamiento
e dieron las velas infladas al viento,
non padesçiendo tardança la vía;
segunt la Fortuna lo ya desponía,
llegaron açerca de la fuerte villa
el conde con toda la rica quadrilla,
e por el agua su flota seguía.
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Modificación de una imagen de Juan de Mena ofrenciendo a Juan II su Laberinto de Fortuna, de la portada de una edición impresa en Zaragoza, por Jorge Coci, 1515 |
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JUAN DE MENA. Nació en Córdoba y quedó huérfano de niño. Sufrió pobreza durante su juventud y
no pudo estudiar hasta eso de los veinte años. En su ciudad natal tuvo, más
tarde, la oportunidad de estudiar Humanidades. Luego pasó Salamanca y a Roma.
Juan II lo nombró traductor y cronista de la corte, aunque no conservamos
ninguna crónica de él. Tanto el Rey como el don Álvaro de Luna lo consideraron
su poeta favorito.
En cuanto a su obra poética puede decirse que, junto a Jorge Manrique y al Marqués de Santillana, forma la trilogía más distinguida del siglo XV. Mena es un versificador fácil y original. Fue muy influido por la nueva moda italiana y, quizás por eso, no pudo demostrar más su originalidad como poeta indiscutible. Entre una media docena de obras que escribió, resalta la obra capital: El Laberinto o, también conocido por el de las Trescientas (CCC). Así como Francisco Imperial imita a Dante, también Juan de Mena trata de hacer lo mismo, sobre todo en su alegoría del Paraíso. Además, se ve claramente en él un esfuerzo por buscar la unidad nacional, transmitiéndonos su decidido sentimiento patriótico.
Falleció en Torrelaguna, a causa de una doble pulmonía.
En cuanto a su obra poética puede decirse que, junto a Jorge Manrique y al Marqués de Santillana, forma la trilogía más distinguida del siglo XV. Mena es un versificador fácil y original. Fue muy influido por la nueva moda italiana y, quizás por eso, no pudo demostrar más su originalidad como poeta indiscutible. Entre una media docena de obras que escribió, resalta la obra capital: El Laberinto o, también conocido por el de las Trescientas (CCC). Así como Francisco Imperial imita a Dante, también Juan de Mena trata de hacer lo mismo, sobre todo en su alegoría del Paraíso. Además, se ve claramente en él un esfuerzo por buscar la unidad nacional, transmitiéndonos su decidido sentimiento patriótico.
Falleció en Torrelaguna, a causa de una doble pulmonía.
Texto completo de
El Laberinto de Fortuna
en Biblioteca Virtual Miguel Cervantes
pinchando aquí
en Wikisource
pinchando aquí
El Laberinto de Fortuna
en God & Gun, apuntes de polemología
de Rafael Sánchez Ferlosio
pinchando aquí
Juan de Mena en
Wikipedia
pinchando aquí
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