Debe ser, no sólo limitada, sino también breve la duración
del cargo. Para que la deliberación (legislativo) y la acción (ejecutivo) marchen en lo posible de
acuerdo, conviene que el jefe del poder ejecutivo no sobreviva a las Asambleas.
La acción gasta mucho más pronto que la deliberación el prestigio y las fuerzas
del hombre. El hombre en el gobierno se vicia y se corrompe también con más
facilidad que en las Cámaras. La prolongación del mando le hace orgulloso y le
inclina a sobreponer su voluntad á las leyes. En las antiguas repúblicas las
altas magistraturas solían ser anuales. Por un solo año regían la de Roma los
cónsules y mandaban en las provincias los pretores. Recuérdese, con todo, qué
de agigantadas empresas no llevó a cabo aquella gran República. Y en un
principio ni reelegibles fueron unos ni otros magistrados. Sólo se les
permitía, si por acaso se hallaban empeñados en alguna guerra al abrirse los
comicios, que continuasen un año más al frente de sus tropas con el título de procónsules
o el de propretores. Consintióse más tarde la prorrogación de las preturas y la
reelección para el consulado; y ¡ay! no tardó Roma en ir por la dictadura y las
guerras civiles al despotismo del Imperio. Pasaron a ser de los generales los que habían sido
hasta entonces ejércitos de la patria.
Francisco Pi y Margall
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