El trigo de que se alimenta el hombre, dice el conde de Buffon, es una producción debida a sus progresos en la primera de las artes, puesto que no se ha encontrado trigo silvestre en ninguna parte de la tierra, y de consiguiente es una semilla perfeccionada por su cuidado. Fue, pues, necesario escoger esta planta entre otras mil, y sembrarla y cogerla muchas veces para asegurarse de que su multiplicación era siempre proporcionada al abono y cultivo de la tierra. Por otra parte, las únicas y maravillosas propiedades de convenir a todos los climas del globo, de resistir en su primera edad los fríos del invierno, sin embargo de ser añal, y de conservarse por largo tiempo sin perder la virtud alimentaria y germinativa, prueban que su descubrimiento fue el más feliz de cuantos hizo el hombre, y que por más antiguo que sea siempre supone que lo precedió el arte de la agricultura. Époques de la nature, époque VII, vol. II, página mihi, 195. Véanse también las observaciones del señor de Saint-Pierre acerca de las armonías alimentarias de las plantas en su admirable obra Études de la nature, vol. II, pág. 469, edicion de 1790.
Gaspar Melchor de Jovellanos
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.